La política de protección a menores en desamparo no deja de recibir mazazos. Cuando aún resuenan los ecos del alegato de la vicepresidenta Mónica Oltra denunciando públicamente desde la tribuna de las Corts un caso de abusos sexuales en el centro de menores de Segorbe, contra cuya gestión privada arremetió por supuestamente ocultar esa situación, estalla un nuevo caso de prostitución en el centro de menores público de Monteolivete, dependiente de su conselleria.

De momento, el presunto pederasta, un vecino de Torrent de 38 años de edad, apresado el pasado martes en su domicilio tras una investigación que se ha prolongado durante tres meses, ya está en prisión por orden de un juzgado de Instrucción de València.

El acusado, que compareció ante el juez el pasado miércoles acompañado de su letrado particular, alegó que las relaciones habían sido consentidas y que desconocía que las chicas eran menores de edad. Pero ni la Fiscalía ni el juez le creyeron: todas las menores han sido tajantes al afirmar que «le dijimos nuestra edad real, pero no le importó».

A una de ellas, incluso la conminó a través de un mensaje de Whatsapp para que «le buscara una sustituta» cuando la chica decidió no volver a tener encuentros sexuales con el hombre, a quien habían bautizado como «hijoputa» en su agenda telefónica.

Las chicas han desvelado que el ahora encarcelado les daba «dinero, nos compraba ropa y nos daba marihuana y cocaína para que consumiésemos», a cambio de mantener relaciones sexuales de todo tipo».

A través de un anuncio

Al parecer, el ahora detenido contactó con la primera de las menores a través de un anuncio de una conocida página, según la investigación policial que obra en poder del juez desde el pasado miércoles. El juzgado y la Policía Nacional mantienen abierta la investigación para determinar si ese anuncio fue contratado por una de las chicas o por algún familiar.

El primer contacto con el ahora arrestado se produjo a principios de diciembre y los encuentros, ocurridos en el vehículo del presunto pederasta -una furgoneta que las niñas describieron con todo detalle, incluyendo que «estaba muy sucia por dentro»- y en su propio domicilio, aprovechando la ausencia de sus padres, se prolongaron hasta el mes de febrero. Cuando no eran en casa, las llevaba a descampados de distintos municipios, a campos de naranjos y hasta a un solar próximo a un cementerio.

Al parecer, sólo dos de las tres adolescentes han accedido a denunciar lo ocurrido. Una de ellas ya se encuentra con un familiar y la otra reside con sus padres. La única que no ha querido colaborar con el juzgado, que tiene actualmente 15 años, permanece internada en un centro cerrado dependiente de la Generalitat, que en su caso mantiene la tutela legal sobre ella.

Un exinterno destapó la trama

La detención y encarcelamiento del presunto pederasta ha sido posible gracias a una denuncia presentada en febrero pasado por un antiguo interno del centro de menores de Monteolivete, quien reveló que varias chicas acogidas en esa institución se habían estado prostituyendo. El caso llegó a la Fiscalía, que ordenó al Grupo de Menores de la Policía Nacional y al de la Policía Autonómica que iniciaran una investigación.

A partir de ese primer relato, los investigadores lograron identificar a la primera víctima, de sólo 16 años, y, más tarde, a las otras dos, una de 15 y la otra de 17 cuando ocurrieron los hechos.

Las dos que han declarado relataron que el hombre les pagaba entre 20 y 80 euros y que la mayoría de las relaciones consistieron en sexo oral. En la primera ocasión, mantuvo relaciones con dos de ellas, que le mintieron sobre sus edades y aseguraron tener 18 y 20, pese a que en realidad tenían 16 y 15.

Sin embargo, en los sucesivos encuentros, ambas le dijeron su edad real «y a él no le importó, al revés», declaró una de ellas varias veces. En cuanto a la tercera, que mantuvo hasta siete contactos sexuales con el ahora encarcelado, le reveló desde el primer momento «que era menor de edad», a lo que el detenido contestó: «Me da igual».

Agresiones y sadomasoquismo

No sólo eso. El encarcelado trató de mantener relaciones sadomasoquistas con las niñas, que incluían agresiones físicas. A una de ellas incluso le propinó «un bofetón» por interrumpir la relación sexual al sufrir la chica un ataque de asma.