El conseller de Transparencia, Manuel Alcaraz, se mostró ayer convencido de que los dos años de Govern del Botànic ha cambiado la imagen que tiene de los valencianos fuera de la Comunitat Valenciana, una hipoteca reputacional lastrada por los casos de corrupción: «La carga de la corrupción seguirá por años, pero los valencianos ya no estamos malditos», dijo Alcaraz durante la conferencia en Nueva Economía Fórum. Alcaraz, que fue presentado por el alcalde de València, Joan Ribó.

Defendió el trabajo hecho por el Consell bipartito y, en particular, las medidas impulsadas desde su conselleria a favor de la transparencia y la implantación de la ética en la vida pública: «Ya no nos da vergüenza decir que somos valencianos», insistió el titular de Transparencia, quien mantuvo que los cargos públicos deben convertirse en agentes de prevención de la corrupción.

Alcaraz admitió que en ocasiones existe en política un exceso del uso del «retrovisor», si bien mantuvo que el PP es el principal responsable de que se mire tanto al pasado. Según indicó los populares incitan a hablar de corrupción al reivindicar el pasado y no ajustar cuentas con él.

Según dijo, la derecha trató la corrupción como una cuestión de «manzanas podridas» y no como una forma de ejercer la política, un sistema que no debe repetirse. «Pueden pedir perdón setenta veces, pero si no entienden que no fue un accidente, será una mala receta», señaló.

Cuando se cumplen dos años de legislatura, Alcaraz hizo un balance positivo -«no practico el masoquismo», bromeó- y concluyó que «sin ser perfectos, necesitamos cuatro años más». Instó a mirar a las elecciones de 2019 con el fin de conseguir más tiempo, más impulso y más complicidades. «No solo hemos sobrevivido, sino que lo hemos hecho razonablemente bien», puntualizó.

En opinión de Alcaraz, el Pacte del Botànic ha promovido «vacunas» que han permitido estabilizar al enfermo y justificó la lentitud de algunas medidas por la herencia envenenada del PP, que además del lastre de la corrupción, dejó «una Administración que dejó de modernizarse».

En esta mirada al futuro, Alcaraz se borró, o al menos lo intentó, de la carrera por encabezar el cartel electoral a la ciudad de Alicante. ¿Le gustaría ser alcalde de esta ciudad?, se le preguntó desde el público: «No», respondió rotundo.

Su intervención estuvo trufada de referencias y citas de intelectuales. Así, arrancó su conferencia con una cita de Umberto Eco -«nadie está libre del acecho de los demonios del mediodía»-, al tiempo que aludió a San Agustín: «Cuando me analizo, me deprimo; si me comparo, me ensalzo», una frase que siguió de arranque a su balance en positivo.

En el capítulo de desafíos, Alcaraz consideró que el Botànic debe trabajar para incrementar, sin sectarismos, el sentimiento de pertenencia de los valencianos para poder superar el «regionalismo de vuelo corto» que practicó el PP y que se tradujo en la falta de peso de la Comunitat en las políticas nacionales y en el mal de la infrafinanaciación: «Necesitamos este cambio para rescatar personas», señaló el titular de Transparencia.

Alcaraz defendió también el mestizaje en el gobierno y su estabilidad, y prueba de ello, dijo son los tres presupuestos aprobados.