Aunque remarcan que se trata de un caso aislado en las más de dos décadas que llevan trabajando con menores tutelados por la Conselleria de Igualdad y Políticas Sociales, los responsables del centro de menores de València donde dos internos han sido condenados por abusar sexualmente de una compañera con una discapacidad psíquica afirman que este tipo de episodios «graves y puntuales» se podrían evitar con la nueva normativa que pretende implantar Mónica Oltra.

«Falta personal, en este caso en concreto no pudimos detectarlo antes porque siempre había uno de ellos que distraía al educador, mientras el otro cometía los abusos en la habitación de la menor», explicaron.

Los hechos, cometidos entre marzo y mayo de 2016, y de los que informó ayer en exclusiva Levante-EMV, se han saldado con sendas condenas de internamiento en régimen de convivencia con grupo educativo y libertad vigilada. Además, la Generalitat deberá hacerse cargo de indemnizar a la víctima con 5.000 euros por los daños morales, al ser la responsable legal de los menores tutelados que cometieron la agresión.

El encargado de este centro de acogida de València, cuyo nombre omite este periódico para preservar el anonimato tanto de la víctima como de sus agresores, remarca que se actuó nada más tener conocimiento de lo que estaba pasando.

«Se informó de lo ocurrido a la Conselleria de Igualdad y Políticas Sociales y a la Fiscalía de Menores y esa misma noche los dos presuntos agresores fueron sacados del centro. Ante este tipo de casos hay que actuar enseguida, solventarlo cuanto antes para atajar el problema y proteger a la víctima», insistieron desde el citado centro.

Además en la causa juzgada por el Juzgado de lo Menores número dos de València la víctima era «especialmente vulnerable» ya que a su edad, quince años, y su situación de desamparo se sumaba que padece una discapacidad psíquica, como así consta en la sentencia a la que ha tenido acceso este periódico.

Sus agresores abusaron de ella en más de tres ocasiones, entre los meses de marzo y mayo de 2016, siempre aprovechando la hora de la cena y de forma separada para asegurarse que uno de ellos distraía al educador mientras el otro sometía a su víctima a tocamientos impunemente. La menor no se atrevió a denunciar lo que estaba pasando por miedo, ya que ambos mostraban un comportamiento violento en el centro, y tuvo que ser otro menor en acogida quien dio la voz de alerta a los educadores.

Falta de control de los impulsos

Los responsables del centro aseguran que ya habían apreciado en uno de los agresores, bastante conflictivo, rasgos de falta de control de los impulsos pero que como no llegó a agredir a ningún compañero ni educador no se dio parte a la Fiscalía de Menores hasta que tuvieron conocimiento de los abusos. «Es frecuente tener adolescentes así, pero si no es grave no interviene la Justicia», concluyen.