Una de las principales armas con las que espera contar el PPCV para extender su mensaje en los municipios y fortalecer los liderazgos locales son las diputaciones. En Castelló y Alicante, los presidentes de esta instituciones (ambos del PP) han asumido el papel de oposición desde las provincias al Consell. El decreto del presidente de la Diputación de Alicante, César Sánchez, admitido a trámite por el TSJ de la Comunitat Valenciana, así como los recursos contra el decreto de Presidencia sobre las competencias en Turismo son un buen ejemplo de cómo desde estas instituciones se puede plantar cara a las políticas de la Generalitat. La asignatura pendiente de Bonig es la Diputación de València. Allí se perdió el poder y las tareas de oposición desde el grupo municipal se han visto ensombrecidas por la pelea interna a cuenta del congreso provincial de València. La portavoz popular, Mari Carmen Contelles, está volcada en la pelea contra el actual presidente provincial, Vicente Betoret. Es la apuesta de Bonig para reactivar una provincia que podría volver en 2019 a manos del PP. De hecho, con los resultados de las últimas generales volver al Palau de Batlia, con el apoyo de Ciudadanos, no es una ensoñación.

En espera de que el panorama provincial se despeje, Bonig ha empezado a reforzar al grupo popular en la diputación. Para el PPCV es fundamental que la diputación sirva de enlace con los municipios, que le preste asesoramiento y que amplifique sus reivindicaciones.

Por otro lado, desde el PPCV apuntan que tras los provinciales están por venir los congresos locales y recuerdan que quien gane la presidencia local no tiene por qué ser la persona que encabece el cartel electoral. La competencia reside, según el tamaño del municipio, de la dirección provincial, regional o de Génova en el caso de las capitales de provincia. Volver a contar con alcaldes con valor propio es el objetivo.