Hasta cuatro premios Nobel, todos ellos reunidos en València como parte del jurado de los Premios Rey Jaime I, criticaron ayer la decisión del presidente de EE UU, Donald Trump, de abandonar el pacto de mínimos de lucha contra el cambio climático firmado en París en 2015.

Sir Venki Ramakrishnan, Nobel de Química (1991) y presidente de la Royal Society de Londres, subraya que Trump «esta enviando una mala señal al resto del mundo, porque el futuro está en las energías verdes y renovables, no en la economía del carbón y los combustibles fósiles del siglo XIX, pues la contaminación atmosférica es un grave problema». «EE UU al renunciar al acuerdo de París está volviendo al pasado», remarca.

Erik Maskin, Nobel de Economía (2007) considera que tanto la decisión de Trump como el Brexit, la salida del Reino Unido de la UE, «son una locura que tendrá severas consecuencias sobre la economía que aún no se pueden calcular».

El profesor Ed Rubin, Nobel de la Paz (2007) como miembro del Panel Internacional del Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC), alerta que si en los próximos años no se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero «entre un 50 y un 80 % las consecuencias van a ser muy graves».

«Efecto bumerán»

No obstante, afirma que «Trump no es el pueblo americano y su visión es muy minoritaria». «Estoy impresionado con la reacción en contra de los alcaldes de las grandes ciudades y de gobernadores como el de California», añade. Por ello, cree que la decisión del presidente de EE UU «tendrá un efecto bumerán, pues la gente estará más concienciada de luchar contra el cambio climático simplemente porque Trump va en contra».

El holandés Bernard Feringa, premio Nobel de Química 2016 y jurado de los Jaime I por primera vez, incide en que la sociedad debe «mirar al futuro» o elegir «una vuelta al pasado a lo Trump». «El gran desafío es acometer una nueva revolución industrial para hacer una sociedad más sostenible», sentencia Feringa, quien apunta que dicho cambio tecnológico precisa «de innovación drástica».

Para este paso adelante, el científico holandés, siente que «lo más importante es que se invierta en educación y ciencia, no me canso de decirlo». Su mensaje es claro: «Si queremos avanzar hacia una sociedad más sostenible en el futuro hay que invertir en educación y ciencia». «No lo puedo decir más fuerte, por favor inviertan en sus jóvenes, en la gente joven», asevera.

«A diferencia de EE UU, -prosigue- los europeos somos afortunados por vivir en países como Holanda, Alemania y España, porque cuentan con buen un sistema público de educación Primaria y Secundaria para todos, que no establece grandes diferencias entre los que pueden pagar mucho dinero por la educación y los que no».

Igualdad de oportunidades

«Lo que define a nuestro sistema educativo es la equidad. Honestamente creo es que este es el camino a seguir: garantizar que el acceso a un buena educación Primaria y Secundaria no dependa del capital familiar, de forma que permita al joven obtener una formación de calidad en todas las disciplinas para que pueda así llegar a la Universidad o a una Escuela Técnica (FP) y decidir su futuro», destaca.

«Yo crecí en una granja, en una familia de 10 hermanos, y si no hubiera sido por nuestro sistema público de educación mis padres nunca habrían podido pagar una educación a sus hijos y yo nunca habría llegado a la universidad. Por tanto, es muy importante que la educación garantice la igualdad de oportunidades para todos», dice.