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Análisis

Amarrados a la corrupción

El debate de la moción de la censura de Podemos vuelve a ensamblar la Comunitat Valenciana con los exdirigentes del PP investigados por la Justicia - Iglesias contrapone el bono social de la EMT del «compañero» Ribó al «robo» de los populares

Pablo Iglesias guiña el ojo a Baldoví en el hemiciclo. efe/lizón

Queda hipoteca reputacional valenciana (esa expresión tan del gusto de Ximo Puig) para rato. Es una de las conclusiones evidentes tras lo vivido ayer en el hemiciclo del Congreso de los Diputados. Cada mención de Irene Montero y Pablo Iglesias al territorio valenciano durante sus largas intervenciones en defensa de la moción de censura de Podemos contra Mariano Rajoy estuvo casi indefectiblemente ligada a la corrupción.

Incluso cuando alabaron los cambios en el gobierno autonómico los contrapusieron al pasado ya no tan inmediato, dos años después del desalojo del PP de las instituciones valencianas. E incluso en el error (cuando Iglesias atribuyó al expresident Eduardo Zaplana la frase famosa de Vicente Sanz de que estaba en política para forrarse) fue para subrayar el renglón torcido de la política valenciana.

Empezaron pronto, porque la corrupción fue el eje de la intervención de la portavoz de Podemos, así que puso de relieve «el eje Madrid-València» y citó algunos de los casos que andan a diario por las páginas de tribunales de los periódicos.

La misma Montero enumeró un tiempo después, en la segunda réplica a Rajoy, los exdirigentes valencianos del PP investigados. La relación solo pudo ser extensa: Francisco Camps, Ricardo Costa, Juan Cotino, Alfonso Rus, Serafín Castellano, Vicente Rambla (lo citó dos veces), Lola Johnson, Sonia Castedo, José Joaquín Ripoll, Luis Díaz Alperi, Enrique Crespo, Esteban Cuesta, Rafael Betoret, David Serra, Yolanda García y Víctor Campos. Antes ya se había referido a otro ilustre popular valenciano, Vicente Martínez Pujalte, y al extesorero Ángel Sanchis. Todos ellos en tratos (no deseados) con la Justicia. Fue su manera de echar en cara a Rajoy y al PP que «han convertido la corrupción en una forma de gobierno».

A Iglesias le tocaba hablar de proyecto de gobierno, pero tampoco escapó de las referencias al pasado negro, el crematorio valenciano, en términos literarios. Al repasar la realidad autonómica, destacó que los valencianos «quieren hablar ahora de financiación justa e infraestructuras» y, apostilló, que no vuelvan la corrupción y el PP.

El líder de Podemos subió también a la tribuna (metafóricamente) al alcalde de València, el «compañero de Compromís Joan Ribó», de cuyas medidas destacó el bono social de la EMT, por el que personas con escasos recursos pueden acceder a los autobuses públicos de manera ilimitada por diez euros al año. Así lo explicó, para contrastar estas políticas con la gestión del PP, «de robo». Y esto «no es una metáfora, lo dicen los jueces», afirmó.

La relación con el partido de Mónica Oltra fue el otro gancho valenciano de la interminable jornada. Rajoy fue el primero en echar en cara a los morados que hasta los amigos valencianos de Compromís les habían sugerido que retiraran la moción. Luego, el portavoz de la coalición, Joan Baldoví, le recriminó en la tribuna a Iglesias que calificara al Bloc de «élites conservadoras», esas que en 1999 ejercieron la acción popular contra Rosendo Naseiro, ironizó. El candidato a presidente pidió disculpas por pasarse en su tono, aunque al final casi acabó culpando a los de Compromís, porque «a veces, a vosotros también os pasa». Baldoví prefirió la reconciliación: «Pablo, me han gustado tus palabras». Pues eso. Si él lo dice.

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