Las recientes primarias del PSOE demostraron que ganar en avales no significa triunfar después en las urnas. Es lo que en Blanqueries ya han bautizado como «el síndrome de la cortinilla», ese fenómeno que supone que el militante actúe a la hora de votar, gracias al anonimato, con la libertad que no tuvo al avalar -con sus nombres y apellidos- a uno de los candidatos.

La federación valenciana fue un caso más de un hecho que sucedió en casi toda España: Susana Díaz ganó en avales y perdió a la hora de la verdad. En las tres provincias valencianas obtuvo menos votos en las primarias que avales. Solo en València la diferencia fue de 500 avales «trampa». En su contra. A la inversa sucedió con Pedro Sánchez: los 8.105 avales se transformaron en más de 9.500 papeletas el día importante, el de la cortinilla.

El equipo de Ximo Puig en las primarias valencianas no quiere que la historia se repita. La consigna a los grupos de apoyo es no recoger firmas de respaldo de manera gratuita. O por algún tipo de presión de los cuadros intermedios. «No valen avales si no son por convencimiento», aseguran en la estructura que coordina Jorge Rodríguez. O sea, que primero toca dar a conocer la declaración en su favor, dialogar y después, si hay disposición, recolectar la firma de apoyo.

Significa también que ganar la batalla de los avales estará bien, por lo que representa como gesto, pero no es fundamental, agregan.

La recogida de avales se inició ayer y se extenderá hasta el 2 de julio. El número mínimo para acreditar una candidatura es de 1.841 firmas. Ni Puig ni la lista alternativa del alcalde de Burjassot, Rafa García, deberían tener problemas en conseguirlas.

El equipo de este último ya está en la tarea a través de los delegados en cada comarca. Ayer tenía una cena con militantes en la Pobla de Vallbona. Pero vista la experiencia de Sánchez se marca como objetivo no recoger más que el contrincante, sino las necesarias para oficializar la candidatura.

García, uno de los apoyos valencianos de Sánchez en su victoria sobre Díaz y persona de confianza del nuevo secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos, se esfuerza estos días en intentar evitar la idea de que su alternativa para liderar el PSPV sea una operación contra el presidente de la Generalitat o que pueda debilitarlo. Los socialistas no ocupaban el Palau desde hace veinte años.

«La primera llamada que haré como secretario general será a Ximo Puig para ofrecerle toda la colaboración del nuevo PSPV para reforzar la Generalitat», dijo ayer en un comunicado.

«Respaldamos el trabajo que se está haciendo desde la Generalitat y nuestro papel desde el partido será reforzarlo y conectarlo con la sociedad», agregó.

No obstante, algunos partidarios de Sánchez han empezado a decantarse por Puig en el proceso valenciano. Lo ha hecho el sector de Izquierda Socialista representado por Kilian Cuerda.

Y se da por hecho que también están con el jefe del Consell los alcaldes y ediles del colectivo Socialistes 3.0, que encabeza el diputado provincial Bartolomé Nofuentes. Anoche tenían un encuentro para definir su posición, pero un portavoz adelantaba que el sentir mayoritario es el de situarse junto a Puig. Lo contrario se ve como una forma de debilitar al presidente de la Generalitat. Este grupo fue de los más activos a favor de Pedro Sánchez.