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Hospital de Alzira

"Quiero saber si han usado a mi hijo como conejillo de Indias"

La madre de uno de los 18 niños sobre los que se hicieron pruebas adicionales sin permiso en el hospital de Alzira pide explicaciones

"Quiero saber si han usado a mi hijo como conejillo de Indias"

«Indignada es poco. Que alguien dé explicaciones de qué le han hecho a mi hijo». Carmen -nombre ficticio- es madre de uno de los 18 niños del departamento de salud de la Ribera a los que se les hizo una prueba adicional en el servicio de Neurofisiología del hospital de Alzira, como adelantó en exclusiva Levante-EMV, mientras estaban sedados sin que sus padres dieran autorización, casos que ahora investiga la Fiscalía tras una denuncia de la Conselleria de Sanidad.

Desde el pasado martes 2 de junio Carmen está esperando respuestas después de enterarse, gracias a una carta de la administración sanitaria, de que a uno de sus hijos pequeños se le practicó esta segunda prueba (la estimulación del nervio frénico, el que controla el diafragma) para la que no habían dado el consentimiento y de la que nada sabían. Hasta ahora.

La noticia la llevó el cartero el pasado 2 de junio, además en forma de carta certificada. «Venía a nombre de mi pequeño. La leí y la volvía a leer pero no entendía nada...», relata Carmen. En ella, Sanidad le informaba de lo sucedido hace dos años, el 5 de septiembre de 2014 cuando a su hijo pequeño, que entonces era un bebé de 14 meses, fue atendido en el servicio de Neurofisiología del hospital de la Ribera -gestionado por una unión temporal de empresas en la que es mayoritaria Ribera Salud- para descartar que tuviera un problema auditivo.

«Tenía la sensación de que no me escuchaba y cuando fui a la revisión con Neonatología, porque fue prematuro, lo comenté, y le derivaron» para hacerle este estudio. Se trata de un examen de potenciales evocados en el que, gracias a la colocación de varios electrodos, se determina si el cerebro de los bebés registra los estímulos auditivos, todo ello bajo sedación.

Según la denuncia de la Conselleria de Sanidad ante la Fiscalía, extremo que ha corroborado también la concesionaria del hospital, era tras esta prueba cuando a los bebés, hay 18 casos conocidos, se les practicó una segunda prueba, estimulando el nervio frénico. Según la gestora del hospital «de buena fe» y para descartar «patologías nerviosas asociadas a la prueba auditiva de origen» pero sin que hubiera consentimiento informado previo ni se advirtiera a los padres.

«Me llamaron unos 2 meses después para la prueba», continúa Carmen. Con antelación había firmado un consentimiento informado y su especialista en Neonatología le había explicado sobre la inocuidad de la prueba y que iba a ser «rápida, pero no me concretó cuánto. También me dijo que le iban a dar algo de sedación, para que se estuviera quieto».

Con esa información llegó a primera hora del 5 de septiembre de 2014 al servicio de Neurofisiología de la Ribera con su niño. «Nos pusieron en una habitación y le dieron un jarabe. Se quedó KO. Vino la enfermera y se lo llevó. ¿Yo no puedo ir con él?, pregunté y me dijeron que no. No me dejaron pasar con él». Pasó más de media hora, según cree recordar hasta que sacaron al niño, algo que no le extrañó porque no tenía experiencia previa en la prueba. «El niño tardó dos horas en despertarse. Estuve mojándole la cara casi toda la mañana», recuerda. Pero tampoco le extrañó.

Segunda prueba

Cuando sí le pareció todo un poco raro fue cuando, dos años después, tuvo que ir con otro de sus pequeños a hacer exactamente la misma prueba. «Fue el año pasado. Mi otro niño tenía entonces 4 años y tras pasar por el otorrinolaringólogo le derivaron a Neurofisiología para descartar problemas de oído». Así, dos años después terminó con otro de sus hijos en Neurofisiología.

«Cuando le dieron el jarabe para dormirle vi que era poco en comparación con la primera vez pero ahí no pensé nada». Tampoco el pequeño entró en las mismas condiciones que su hermano a la prueba. «Estaba muy relajado pero no llegó a dormirse», recuerda. Y en esta ocasión sí, pudo pasar con su niño. «Pregunté cuánto tiempo iban a tardar cuando se lo iban a llevar y me dijeron, ¡si tú también vienes! Pregunté que si podía pasar, que en la anterior ocasión no me dejaron... pero no me dieron explicaciones. Dentro, se lo volví a decir al médico y lo único que me dijo es que era mejor con los padres allí porque si el pequeño se movía yo lo podía coger pero no me pudo explicar por qué la otra vez no me dejaron entrar».

En 5 minutos estaban fuera y a la media hora saliendo por la puerta porque el niño «solo estaba atontado, no se llegó a dormir».

Fue cuando recibió la carta cuando empezó a recordar y a comparar las dos pruebas. «Ahí sí empecé a extrañarme y no paro de pensar... ¿Qué le han hecho a mi hijo? ¿Han hecho de conejillo de Indias con él? ¡Que alguien dé explicaciones!», reclama.

«Tienen muy poca vergüenza. No sé cómo explicarlo pero es una mezcla de impotencia y rabia. Además, desgraciadamente, tengo experiencia en tener a los niños en el hospital y no dan un paso sin explicarlo todo y pedir autorización».

Su intención es ahora «ir a por todas» incluso con demandas de por medio, más allá de que Sanidad haya recurrido a la Fiscalía, algo que le parece «correcto». «Otras familias no tendrán con qué comparar pero yo vi a mi pequeño y a mi otro hijo y sé el cuidado que hay que tener cuando se seda a un bebé». La empresa mantiene que la segunda prueba no implicó aumento de la sedación «en ningún caso» y que la prueba es inofensiva. La explicación, a Carmen, no le basta.

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