Leonor Machado nació el 3 de septiembre de 1924 en Toledo. Hija de Francisco Machado Ruiz, funcionario de prisiones, y de Mercedes Martínez López profesora de piano. Su tío era Don Antonio Machado. Ella recibió el nombre de Leonor en recuerdo de la esposa difunta del poeta y siempre hablaba con mucho cariño de su tío y su mujer.

Tuve la gran suerte de conocer a Leonor allí por el año 1975 y desde entonces siempre nos unió una gran amistad. Gracias a ella aprendí mucho sobre Don Antonio Machado que, obviamente, siempre salía en nuestras conversaciones cuando nos encontrábamos en su casa de Madrid, en la mía de Barcelona, en Soria o Colliure, o en nuestras conversaciones telefónicas.

Siendo muy joven, a los 12 años, Leonor con sus padres y hermanas siguen a Don Antonio en lo que sería su largo exilio. Fue un viaje accidentado hasta Valencia y Leonor, siempre con ironía exquisita, disfrutaba contándome infinidad de anécdotas: en un pueblo en el trayecto hasta València se subió al autocar en que viajaban una señora impecablemente ataviada con sombrero. Inmediatamente al verla, Don Antonio vaticinó «esta señora tan elegante nos va a traer mala suerte». Y a los pocos kilómetros el autocar se averió.

Más tarde Leonor vivió en Villa Amparo en Rocafort donde junto con sus hermanas y primas recibía las clases de su tío. De allí también multitud de anécdotas: la obstinación de Don Antonio que no aceptó que se sacrificara una gallina que un día apareció en el jardín, para hacer un buen caldo.

Leonor tuvo mucha paciencia era así de atenta con todos quienes querían saber cosas de su tío y respondía siempre con entusiasmo y rigor. También estuvo siempre presente en homenajes al autor de Campos de Castilla.

Leonor se separó de su tío estando todavía en Rocafort, ya que el Ministerio de Justicia envió antes a su padre a Barcelona. Allí en Barcelona, volvieron a encontrarse unos días pero después de pasar la frontera ya no volvieron a coincidir. No se enteró enseguida de la muerte de su tío y no pudo asistir a su entierro porque además en aquella fecha a ella también la habían separado de sus padres. Momentos difíciles los de aquel exilio aunque Leonor siempre intentara, al contarlo, suavizar sus amarguras y aferrarse a las anécdotas graciosas y a los bellos momentos vividos con su familia.

Comparto las palabras de Alfonso Guerra cuando me decía que Leonor ha defendido el legado de don Antonio con una generosidad y dignidad magníficas. Leonor era un libro abierto sobre Antonio Machado y seguro que a los estudiosos de Machado se nos han quedado todavía muchas preguntas en el tintero que quedarán sin respuesta.

En nombre de todos los machadianos, gracias Leonor por tus aportaciones, por tu simpatía, tu amistad y por tu devoción hacia tu tío.