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Sanidad

Uno de los bebés fue sometido hasta a 4 estimulaciones nerviosas sin permiso

«Están jugando con la salud de los niños», se quejan otros padres afectados del área de la Ribera

Estimulaciones del nervio frénico sin consentimiento de los padres pero también, al parecer, de otros nervios motores y hasta en cuatro ocasiones en un mismo niño. Las pruebas adicionales que un neurofisiólogo del Hospital de la Ribera realizaba a niños mientras estaban sedados para medir su capacidad auditiva y que no contaban con el consentimiento de los padres no se ceñían solo a la estimulación del nervio frénico (el que controla el diafragma) sino que habrían incluido la estimulación de otros nervios motores.

Así se desprende de la carta informativa de la Conselleria de Sanidad recibida en casa de Roberto (nombre ficticio), otro de los 18 niños del departamento de salud de la Ribera que fue sometido sin permiso a estas pruebas adicionales. Sus padres, al igual que hizo el jueves Carmen, han decidido contar su caso para pedir públicamente explicaciones de lo sucedido y mostrar su indignación. Son 18 casos conocidos sobre los que la Conselleria de Sanidad realizó una investigación y que ahora está en manos de la Fiscalía de Menores, que ha abierto diligencias de investigación.

En el caso de Roberto, y según la explicación aportada por Sanidad, las estimulaciones de los nervios motores se realizaron hasta en cuatro ocasiones y la generalidad con la que se refiere a ellos la conselleria -en otra comunicación ha concretado que la estimulación fue del nervio frénico izquierdo y derecho- impide saber si fueron solo de este nervio, como parece ser en la mayoría de los casos, o implican a otros nervios motores, como pueden ser el mediano (que controla el túnel carpiano), el cubital, radial o tibial.

Así, en el caso de la prueba de estimulación del nervio frénico, se colocan electrodos en el cuello para medir la reacción contrayendo el diafragma y generando una especie de hipo. En el caso del resto de nervios, se ponen los electrodos en sitios indicados de brazos y piernas siguiendo el trazado de los nervios y se mide la respuesta como el movimiento del dedo pulgar, por ejemplo, al estimular el nervio mediano.

En todo momento la empresa gestora del hospital de Alzira, la UTE Ribera Salud II, ha mantenido que las pruebas pese a que no tenían el consentimiento expreso de los padres por «un error de interpretación administrativa» son «inocuas, inofensivas y no invasivas» -la conselleria asegura que no hay constancia de que hayan causado daño- y que se hicieron «con un fin médico» y de forma asociada a la prueba auditiva de origen «para tener un diagnóstico más preciso».

Estas dos justificaciones no son suficientes, sin embargo, para los padres, que han conocido de la existencia de estas pruebas adicionales sobre sus hijos a raíz de una carta de la Conselleria de Sanidad que les informa de lo sucedido y de la remisión de la investigación a la Fiscalía.

En casa de Roberto la carta llegó el pasado día 9. Tampoco podían dar crédito a lo que estaban leyendo. «No me parece justo que esto se haya hecho con un niño de dos años y sin que supiéramos nada», se queja su madre.

En este ocasión fue el padre del pequeño (que prefiere mantenerse en el anonimato) el que llevó al pequeño a la prueba, que le pidió el Otorrinolaringólogo para comprobar si las repetidas otitis y bronquitis del pequeño habían dejado secuelas en sus oídos.

«Tampoco me dejaron entrar»

La cita la tenían el 13 de abril del pasado 2016, casi dos años después del otro caso relatado ayer por Levante-EMV. Al padre de Roberto tampoco le dejaron acompañar al niño al interior, que entonces tenía dos años y cinco meses. «Como cuenta Carmen que le pasó, a mí tampoco me dejaron entrar. Le dieron jarabe en una jeringuilla y se quedó dormido profundamente y a mí me pidieron que esperara fuera», cuenta su padre. Tampoco le pareció raro. «Hemos estado también con pruebas por otros problemas en la Fe y allí siempre intentan que estén los padres pero como cada hospital es como es, salí y me senté fuera».

«Tardaron entre 35 o 40 minutos en salir. Cuando pasé a la habitación todavía estaba dormido y me dio mucha impresión tener que llevármelo yo solo en coche porque no podía ni mantener la cabeza solo, se le iba para todos los lados, la baba se le caía... Estuvo durmiendo todo el día hasta por la noche que llegó su madre».

Su madre es la que, ahora, pide saber si al niño le pusieron más sedación de la estrictamente necesaria. «¿Quién me demuestra que no ha sido así? Están jugando con la salud de los niños», lamentaba ayer. El pequeño se tiene que repetir la misma prueba a principios de julio y sus padres tienen miedo de ir. «Desconfío totalmente de este hospital y de hecho hemos pedido el traslado».

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