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Décimo aniversario de la Copa del América

Mucho gasto público para tan poco retorno

Zona del puerto donde se ubican los amarres de yates, uno de los legados de la competición. fernando bustamante

Diez años después de la celebración de la Copa del América ni en la agenda -ni en los cajones- de la administración autonómica existe ningún estudio sobre la rentabilidad que para la sociedad valenciana tuvo aquel gran evento que alcanzó su éxtasis en los meses del verano de 2007. Esa fiebre por la vela -inculcada a la fuerza por un Consell del PP que arrasaba en las elecciones- aterrizó y se machó de València tan rápido como tarda en dispararse una «mascletà» en la plaza del Ayuntamiento del cap i casal. Para la sociedad valenciana quedó una inversión pública milmillonaria en infraestructuras -algunas de las cuales todavía se están pagando- que cristalizaron en un cambio de cara radical de la fachada marítima, la ampliación y la llegada del metro al aeropuerto de Manises, la estación del tranvía en Neptuno o el cambio de la Avenida del Puerto a un único sentido.

Básicamente, la Copa del América consistió en una ingente inversión de dinero en obras públicas que, según los números del único informe serio sobre el gran evento realizado en 2007 por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), no tuvo su retorno en entrada de capital externo. De hecho y según los datos extraídos de este informe, no se materializó en beneficios que justificaran la quema de tantos recursos salidos de la Generalitat, el Gobierno de España y los Ayuntamientos de València y Gandia. Y para muestra un botón: mientras las administraciones se dejaban en la fiesta más de 2.000 millones de euros entre 2004 y 2007 en todo tipo de obras, la caja que la ciudad hizo en esos años durante las 95 regatas de veleros en visitas de nacionales e internacionales supusieron 123 millones.

El director del informe de impacto económico del IVIE sobre la Copa del América, el economista Joaquín Maudos, recuerda que tres cuartas partes del revulsivo económico del gran evento en la Comunitat Valenciana fueron por la inversión pública. Un 46,9 % del total del impacto en las rentas de los valencianos lo motivó el dinero destinado por la Generalitat, un 25 % el Gobierno central (hay que incluir aquí el dinero puesto por el Consorcio creado para el evento), un 2,2 % el Ayuntamiento de València y un 0,6 % el Consistorio de Gandia. El gasto de los equipos participantes y los visitantes nacionales e internacionales generaron el 15 % de la riqueza, mientras que los megayates (0,7 %) y los organizadores (3,7) crearon no llega a un 5 % del movimiento de capital. Es decir, el capital externo -privado- atraído por el gran evento no supuso ni dos de cada diez euros del total.

Maudos critica que nadie se haya detenido a estudiar cuál es el poso dejado por este gran evento al que se dedicaron tantos recursos y lamenta que no se haya hecho ningún análisis del coste-beneficio. «Existen informes que demuestran que unas olimpiadas son un revulsivo para la ciudad en la que se celebran», asegura y lo compara con un evento como la Copa América. «Consigues que se conozca la ciudad en el momento de su celebración, pero hay que tener una visión a largo plazo para que una vez pasado el acontecimiento haya una regularización de la rentabilidad y veo que en este caso no ha tenido la continuidad deseable», argumenta el investigador del IVIE.

Un ejemplo de esa falta de retorno es el propio Consorcio València 2007, que arrastra una deuda de 330 millones de euros con el Instituto de Crédito Oficial (ICO). El Consorcio, según sus fundadores, debía haber podido pagar las inversiones con la gestión de la nueva Marina, pero diez años después la realidad es otra. Los ingresos que generan son insuficientes para hacer frente al dinero prestado y el alcalde de València, Joan Ribó, ya ha pedido al Estado una condonación de esa deuda. El capital público gastado que debía recuperarse en privado acabará, como casi siempre en estos casos, saliendo de la teta del Estado.

El director del informe y director adjunto de investigación del IVIE también echa en falta que tras la última regata no se hubiera puesto la semilla para aprovechar todas las infraestructuras y el tirón del gran evento. «Si se hubieran hecho competiciones regulares los años posteriores tal vez se hubiera podido rentabilizar mejor el acontecimiento. El impacto fue grande porque el gasto fue grande», apunta. Para Maudos, «hubiera estado bien crear un clúster industrial de la vela para dar continuidad», explica, al tiempo que recuerda que tras las olimpiadas otras ciudades sí que montaron estos clústeres para «asegurar la rentabilidad». Tampoco se planteó un análisis del coste-beneficio ni la rentabilidad económico-social, apunta. «Si sumas todos los costes las cuentas te tienen que salir y aquí ese estudio no se ha realizado», sentencia.

Intangibles

Maudos sí que considera que la Copa del América -y la Fórmula 1 de los años posteriores- generaron unos intangibles de los que todavía se beneficia la ciudad. «Estos eventos te sitúan en el mundo y también es cierto que el turismo de la ciudad se ha desestacionalizado», añade.

El presidente de la Cámara de Comercio de València, José Vicente Morata, también cree en estos intangibles pero además asegura que fue un evento que ha cambiado una parte de la ciudad. «Su repercusión fue muy positiva porque no fue un acto de una semana sino de tres años y eso crea economía sí o sí», defiende. Para Morata, la recuperación de la Marina para la ciudad y el cambio de la fachada marítima «ya justifican la inversión». «Este evento también permitió un cambio de mentalidad en la hostelería y les permitió subir el nivel», explica. El presidente de la Cámara mantiene que el único pero son los siete años que la Marina estuvo bloqueada. «Estamos viendo que desde hace un par de años funciona y muy bien», resalta.

José Vicente Morata considera que «la inversión era necesaria para que la ciudad tuviera esa fachada marítima como Oslo, Barcelona o Lisboa». «Fue un evento que generó riqueza y atrajo inversión hotelera hasta la fecha», asevera.

En la frialdad de los números se certifica que la inversión y el movimiento de capital para la Copa América fueron eminentemente públicos. La Generalitat gastó 1.246 millones, 441 el Consorcio (Crédito ICO del Estado), 288 el Gobierno, 69 el Ayuntamiento de València y 17 el de Gandia. Por su parte, según el estudio del IVIE, los equipos gastaron 335, 25 los megayates y 123 los visitantes. La atracción de capital externo a las arcas públicas fue muy inferior a la pública. Para la ciudad han quedado unas infraestructuras que, a día de hoy, todavía están lejos de rentabilizarse y mucho más de generar un retorno similar al gasto.

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