Agua. Mucha agua. Es el único remedio al que pueden acogerse miles de trabajadores valencianos que deben desempeñar su labor profesional al sol durante estos días, en plena ola de calor, con termómetros que, por ejemplo ayer alcanzaron los 39,4 grados en Xàtiva, 38,2 en València, 37,8 en Carcaixent o 37,2 en Llíria.

Desde obreros hasta carteros, socorristas, conserjes, repartidores, camareros o monitores de escuelas de verano u otras actividades deportivas tienen que enfrentarse a largos períodos de trabajo en los que, además de a su faena -más o menos pesada-, deben buscarse la manera en que las altas temperaturas no les hagan desfallecer.

«¿Cómo lo hacéis para aguantar este calor?», le pregunta este periodista a unos obreros que están realizando unos trabajos en el firme, con los rayos del sol dando de pleno sobre sus cabezas. «¿Ves esa garrafa de agua? -señala hacia una zona de la acera con algo de sombra uno de ellos- Pues beber mucha agua e incluso meter la cabeza en ella», responden los dos trabajadores, que aseguran que su turno dura desde las 8 de la mañana hasta las 18.30 horas, con un descanso para comer.

Consultados sobre la posibilidad de cambiar su horario para dejar de trabajar en los períodos de máximo calor, son contundentes: «Aquí nadie piensa en eso. Quieren que acabemos la obra. Les da igual que nos dé una insolación o no», critican, mientras las gotas de sudor caen no solo de su frente, sino de prácticamente de cualquiera de sus poros.

No son solo los obreros los que padecen los efectos de esta ola de calor. Maite Vela es cartera y también los sufre: «No es sólo hoy, llevo dos semanas que me quiero morir. Es insoportable trabajar así». «Da igual que bebas mucha agua, hoy he vuelto medio con un golpe de calor», relata. A ello, añade que los uniformes que están obligados a vestir «aunque sean de verano, no son lo más cómodo en estas circunstancias».

Problemas similares con la vestimenta padecen algunos conserjes. Flor trabaja en un edificio de València con 201 viviendas y, con la ayuda de un ventilador, soporta como puede el calor, pero no siempre es posible: «Hay muchas veces que toca salir al jardín, a abrir las puertas para vehículos de carga y descarga, y vamos con uniformes con pantalón largo y que no tienen la fibra más adecuada para el calor que hace», explica. «Se están haciendo insoportables hasta las noches», insiste.

Y esta situación no es cuestión de un día o dos. «Desde el inicio de junio o incluso algunos días de mayo que estamos así con este calor», recuerda Carla, una camarera que habitualmente tiene que salir a la terraza a atender a los clientes. Mientras tanto, una mujer, que pasa por el mismo lugar. le dice a su interlocutora al otro lado del teléfono móvil: «Es que ni por la sombra se puede ir», delatando así cuál era ayer el tema recurrente del día en cualquier conversación.

«Algunos niños dejan de venir»

En estas fechas también son habituales las actividades de verano para los niños. Nacho es profesor en una de estas escuelas estivales y también da clases extraescolares de pádel. «Tratamos de evitar el sol, pero a veces, como en el pádel, es imposible», explica antes de reconocer que el calor está haciendo estragos.

«Algunos niños han dejado de venir y el otro día hubo uno que se nos mareó. Lo mejor sería que nos cambiaran los horarios para evitar el máximo calor, pero eso es cosa del gerente. Yo me he de atener a trabajar cuando me dicen», se excusa. No obstante, insiste en que entre una actividad y otra incluyen «muchísima hidratación ya sea bebiendo o mojándose» y recuerda también la importancia de la crema solar.