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Un campo de minas en València que distrae para la reconquista del poder

La división interna en la provincia, el avispero en el cap i casal y las relaciones con Génova; principales focos

Un campo de minas en València que distrae para la reconquista del poder

El principal foco de incendio para los populares valencianos y el que más puede distraerles de su objetivo de reconquistar el poder en 2019 está concentrado en un territorio: la provincia de València. La organización podía esperar cuando fue desalojada de las principales instituciones en 2015 unos años de convulsiones internas. No habría sido descabellado. La perdida del poder tras veinte años de mayorías absolutas, los casos de corrupción, la pérdida de referentes, muchos de ellos, atrapados por la sombra de la corrupción hacían muy probable que el partido perdiera años en luchas internas. No fue así. Con ayuda de los dirigentes provinciales, Isabel Bonig, logró mantener cohesionado el partido.

La paz interna no ha sido completa estos dos primeros años. Junto a las fricciones con la dirección nacional del PP a a cuenta de algunos posicionamientos, como los presupuestos generales del Estado, la herida de València ciudad con el destierro de Rita Barberá y la imputación de todo su equipo de gobierno no ha dejado de supurar. Las líneas rojas contra la corrupción, que Bonig heredó de su antecesor Alberto Fabra, ha sido fuente del discordia entre los populares, divididos entre quienes piensan que es la única manera de limpiar la marca y borrar la mancha de la corrupción y quienes, en cambio, consideran que es poner una pistola cargada en manos de la oposición.

Con todo, este foco de incendio ha estado más o menos controlado, pero, en el ecuador de la legislatura, justo con Bonig había legitimado su liderazgo con las primeras primarias de la historia del PPCV, ha acabado extendiéndose a toda la provincia. Esta semana el partido ha vivido el hecho extraordinario de la constitución de una gestora tutelada por Génova en la provincia de València ante la imposibilidad de celebrar un congreso en un clima de normalidad.

Dos meses de cruce de acusaciones, descalificacones y trapos sucios entre los bandos afectados han sido suficientes para que la dirección nacional haya dado un golpe encima de la mesa. Bonig apostó fuerte al apoyar, contra el criterio de Génova, una candidatura alternativa a un dirigente provincial que sentía muy lejos de su proyecto de liderazgo. El asunto deja tocado al partido, también a Bonig, quien tendrá, a dos años de las elecciones, que sacar tiempo para calmar a su militancia, sin que ello le distraiga de su carrera presidencial.

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