Las nuevas instalaciones de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital Arnau de Vilanova llevan cuatro meses abiertas y, en este tiempo, el personal ya ha pedido cambios tras detectar lo que para ellos son «fallos de diseño» del nuevo espacio.

Así lo han trasladado a la gerencia del centro hospitalario a la que han pedido, entre otras cuestiones, solventar los puntos ciegos que hay en la UCI ya que, desde el control central donde se ubica el personal médico y de enfermería para controlar a los pacientes ingresados no se tiene contacto visual directo con todos los boxes, los 10 con los que ahora cuenta la UCI que ha sido trasladada y ampliada.

Según explicaron ayer fuentes del servicio, «al menos dos» de la decena de camas para pacientes críticos no son visibles directamente desde el control central por lo que han reclamado instalar un sistema interno de cámaras para poder ver a todos los pacientes que sí están en todo momento monitorizados a través de diferentes sensores que emiten señales auditivas si se detecta algún cambio en sus constantes, ritmo cardiaco, saturación de oxígeno, etcétera.

La petición llega después de comprobar que, en estos cuatro meses, la falta de línea directa de visión, ha dado pie a «algún susto» con alguno de los pacientes ingresados en estas salas más alejadas aunque siempre «sin consecuencias», según aseguraron.

La petición parece que será atendida por el centro hospitalario según adelantaron ayer fuentes de la Conselleria de Sanidad que aseguraron que no hay «fallo de diseño» y que la nueva UCI que comenzó a operar a principios de marzo después de renovarse y cambiar de ubicación es «plenamente funcional».

«Hay muchas clases de unidades de intensivos y no en todas debe haber contacto visual directo», justificaron desde la administración que abundó en que estos dos boxes más apartados, no habían generado problemas «de atención a ningún paciente» y tampoco se había pedido un diseño específico de la UCI con estas características «de forma previa».

Con todo, se atendería la petición y se instalarían cámaras para reforzar la vigilancia sobre los pacientes críticos que ya «se ha mejorado» ampliando el personal destinado a la unidad al crecer su capacidad de 6 a 10 camas.

«Sonajeros» con botes de orina

Otras de las quejas del personal de la UCI es el inadecuado lugar en que se han ubicado los timbres para que los pacientes puedan pedir asistencia. Según aseguraron ayer, estos pulsadores están enclavados en la pared de la cabecera de las camas sin ningún tipo de alargadera ni extensión que hace que, en algunos casos y según el tipo de paciente, sean totalmente «inaccesibles» y, por tanto inútiles.

La falta de un sistema funcional para que los pacientes puedan alertar al personal de sus necesidades llevó a parte de los trabajadores a solventar este problema fabricando unos «sonajeros» llenando botes de orina con lancetas medidoras de glucemia que se dejaban al alcance de los pacientes y que estos podían mover o lanzar al suelo en caso de necesidad para hacer ruido y alertar rápidamente al personal.

Desde la gerencia del hospital se impidió ayer la utilización de este sistema al tiempo que se instó al personal a estar más atentos a las necesidades de los pacientes ingresados. En este sentido, fuentes de conselleria aseguraron que el uso de este llamador casero había sido «anecdótico y no generalizado» aunque fuentes del personal defendieron que se había recurrido a él como forma «extra» de garantizar la atención temprana a los ingresados ante las dificultades de acceso a los timbres de la pared.

Fuentes internas criticaron además que el diseño de la nueva UCI no incluyó una sala para familiares y ahora el espacio reservado para los supervisores se está dedicando a este fin, además de denunciar que el aumento de plantilla es «insuficiente» sobre todo en los turnos de noche y de fines de semana.