Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Perseverancia

La fosa común número 111 del cementerio de Paterna

Un hijo muy anciano y dos nietos esperan la exhumación con los restos de Francisco Arroyo

La fosa común número 111 del cementerio de Paterna

Francisco Arroyo Villanueva, agricultor de Requena, de 39 años, casado con Tomasa García y con tres hijos, pertenecía al sindicato de la UGT en el tiempo de la contienda.

Al acabar la guerra Francisco fue detenido en su casa acusado de sindicalista, de participar en diversos registros, detenciones y, principalmente, en el asesinato del cura Román Saiz, quien recibió dos tiros de pistola tras haber sido trasladado en coche al lugar conocido como «Barranco Rubio».

Francisco fue conducido a «El Batán», paraje de Requena donde se hallaba un estanque regado por las aguas de la Fuente Reyna, por entonces seco. Allí permaneció hacinado junto a otros vecinos acusados de pertenecer a la causa roja. Tras los primeros interrogatorios fue traslado a la Cárcel Modelo de Valencia.

En julio de 1939 se le incluyó en el Procedimiento Sumarísimo de Urgencia y de nuevo sería interrogado. En su defensa alegó que, si bien pertenecía al sindicato UGT, durante la guerra no tenía ningún cargo de responsabilidad y tampoco participó en los registros y detenciones de los que se le acusaba y, de ningún modo en el asesinato del citado sacerdote, alegando que sí conocía el hecho pero que no intervino. Arroyo, en su defensa, propuso el nombre de dos vecinos que avalaban cuanto decía. De nada sirvió. La sentencia a muerte del 24 de noviembre de 1939 sería inapelable. El día 6 de abril de 1940 tuvo lugar la ejecución junto al cementerio de Paterna donde sería inhumado.

En el certificado del acta de defunción figuran en blanco las causas del fallecimiento, aunque sí constan en el certificado de los servicios sanitarios, expedido en el mismo día de la ejecución: «A consecuencia de heridas múltiples de arma de fuego, en virtud de procedimiento judicial».

En la actualidad sus restos deben de permanecer en la citada fosa común, la que según testigos albergaría unos 40 cuerpos, aunque su familia tiene noticias de que se produjeron exhumaciones por los años 50. Queda su hijo, ya muy anciano, y dos nietos que se han informado respecto a las acciones a seguir para que la fosa número 111 sea intervenida. Tendrían que constituir una asociación de familiares de las víctimas e iniciar los trámites tal como así ha ocurrido en las recientes exhumaciones de la 113.

Hace unos días, visitamos la fosa junto a uno de los familiares, coincidiendo con la presencia de Miguel Mezquida, responsable del equipo de la intervención arqueológica y de Santi Vallés, presidente de la Asociación de Familiares de Víctimas de la Fosa Común 113 del Cementerio de Paterna. Ambos se han puesto en contacto respecto a los trámites a seguir. Quizá de ese encuentro brote una futura intervención. Arroyo y otros fusilados esperan.

Compartir el artículo

stats