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Análisis

El síndrome de Bonig

La relación fría con Génova y el fuego amigo marcan el mandato de la lideresa del PPCV

El síndrome de Bonig

Es sabido que Isabel Bonig no era la persona a quien Alberto Fabra, de haber podido elegir, habría dado el testigo en el partido tras la debacle electoral de 2015. Su pasaporte para liderar el PP le llegó vía Génova con la inestimable participación de la exalcaldesa Rita Barberá, que susurró su nombre al oído de Rajoy.

Mejor bendición en un partido tan presidencialista como el PP es difícil de imaginar, pero a dos años de la carrera electoral para presidir la Generalitat, podría decirse que Bonig vive bajo el síndrome que ya afectó a Alberto Fabra la pasada legislatura y que se resume en una relación distante con la dirección nacional y en un fuego amigo intermitente que trata de socavar su liderazgo.

Fabra tuvo detractores internos, algunos incluso influyentes, que menoscabaron su imagen ante Génova. Sin dejar a un lado sus propios errores, lo cierto es que Alberto Fabra tuvo un mandato sufrido en cuanto a su relación con Rajoy. Este apuró hasta el último momento antes de ratificarlo como cartel electoral.

Bonig, por su parte, lleva ya tiempo experimentando la frialdad de Génova y el cuestionamiento interno de alguno de sus dirigentes. Poco antes de los congresos regionales, algunos medios de ámbito nacional reflejaron el supuesto interés de Rajoy de apostar por otra persona como lideresa del PPCV.

Por entonces, la polémica en torno a las líneas rojas y el alcance de la política de mano dura a Rita Barberá ya había hecho mella en un sector del partido. Bonig, sin embargo, no tuvo contrincante y superó la prueba de un congreso regional clausurado por Rajoy.

Ayer, una emisora de ámbito nacional, se hacía eco del malestar de Génova con Bonig y apuntaba que valoraba apartarla de la carrera electoral al no considerarla un cartel idóneo. El as en la manga, según esta información, sería la diputada Maria José Català, en su día preferida por Fabra.

Desde la celebración del congreso regional en abril, varios asuntos han tensionado con la dirección nacional. Uno es su decisión de reprobar en las Corts los presupuestos generales del Estado, un plante que sentó como un tiro en los círculos de poder en Madrid y que la obligó a rectificar.

El segundo asunto es su apoyo velado a Mari Carmen Contelles como rival del ya expresidente provincial, Vicente Betoret, quien gozaba de la bendición del coordinador general del PP, Fernando Martínez Maillo, para continuar.

Rajoy había pedido congresos sin disputas y en València la confrontación ha sido tal calibre que ha terminado en una gestora tutelada por Génova. La situación no ha beneficiado a Bonig, una mujer que prefiere trabajar con un núcleo reducido de personas y que no ha sintonizado con algunos dirigentes nacionales, entre ellos el propio Maillo.

Ahora bien, en la dirección regional se descarta una operación para apartarla del cartel electoral. Tampoco parece una idea en la que Rajoy esté interesado. A Bonig la bendijo la militancia hace tres meses y en cierto modo, Cospedal y el propio Rajoy.

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