La Fiscalía Anticorrupción acusa Rafael Blasco, Marc Llinares y Augusto César Tauroni de crear un círculo perfecto de presuntas corruptelas en el que todos sacaban tajada, a costa de las ayudas que se concedían a las ONG. Estas ayudas amañadas en origen «tenían como finalidad el enriquecimiento personal de Augusto Tauroni, el de Rafael Blasco y Marc Llinares (...) que recibieron dinero de esas subvenciones» a través del empresario y amigo íntimo del exconseller. Tras el primer juicio por el desvío de las ayudas a Nicaragua, el Supremo falló que Blasco permitió el uso de fondos para inversiones privadas aunque «no lo hiciese en beneficio propio, sino de otros», según el fallo dictado el 10 de junio de 2015. Llinares también acabó absuelto por el Supremo de todos los delitos que se le imputaban.

Sin embargo, tras las instrucción de las dos piezas restantes el Ministerio Público detalla en su escrito, al que ha tenido acceso Levante-EMV, cómo eran las entregas de mordidas que salían, por ejemplo, de una subvención de 137.377,07 euros concedida en 2011 a la ONG Esperanza sin Fronteras para un «Proyecto agropecuario de soberanía alimentaria y creación del centro de acogida para niños huérfanos y pobres» en Uchiza (Perú).

Seguir el rastro a este dinero era complicado, pero la investigación de la UDEF (Unidad de delincuencia económica y fiscal) y la Fiscalía Anticorrupción logró averiguar cómo se hurtaban las subvenciones a sus legales destinatarios. Esperanza sin fronteras ingresó en 2011 un total de 12.000 euros en la empresa Chust Alzira SL, controlada por Tauroni a través de un testaferro, quien a su vez reingresó este dinero en otra empresa de su órbita, Matuscas SL. El propietario de esta última empresa, José Luis Mezquita Alcañiz, ocultó 5.000 euros en un sobre «para llevárselo a la secre del conill entre el viernes y el lunes», asegura Arturo Tauroni (hermano del empresario encarcelado e imputado en esta causa) en un correo enviado el 26 de julio de 2011. El «conill» es, para el Fiscal Anticorrupción, el exconseller Rafael Blasco, a quien la trama del desvío de ayudas a la Cooperación también identificaba como «conejo» o «Roger Rabbit» en los correos que intercambiaban.

El repartidor de las mordidas era, según el relato del Fiscal en su escrito, el empresario Augusto Tauroni que «registraba en una hoja con anotaciones manuscritas de las iniciales unidas a las cifras de los pagos en metálico» como «RR», «MLL» o «YO» que los investigadores identifican como «Roger Rabbit», Marc Llinares y el mismo Augusto César Tauroni. En esta hoja manuscrita, figuran dos pagos de 7.500 y 5.000 euros a «Roger Rabbit», según el escrito de la Fiscalía.

Por su parte, el exjefe de área de Cooperación, Marc Llinares, abrió el 4 de octubre de 2010 una cuenta en el City Bank of America, para «recibir el pago de los favores hechos a la trama, como facilitar la adjudicación de subvenciones a los proyectos presentados por la Fundación Hemisferio (tutelada por Tauroni) o dar el visto bueno a las facturas y gastos que tenían que presentar en la fase de justificación, para facilitar el cierre de expedientes».

Tauroni llegó a ingresar 40.000 dólares en la cuenta de Llinares. Primero fueron 25.000. Pero el exjefe de área de Cooperación le trasladó la «necesidad de dinero», por lo que Tauroni le anunció por correo electrónico que, a partir del 15 de agosto de 2010, «pondría los huevos» que, traducido a la realidad constatada en transferencias, supusieron «ingresos de 5.000 dólares» durante varios días en la cuenta de Llinares en el City Bank, donde Tauroni también tenía una cuenta bancaria.