Nunca en los 40 años de autogobierno un presidente de la Generalitat había visto amenazada la supremacía interna en su propio partido. Hasta ahora.

Un mes después del órdago que Pedro Sánchez lanzó en Madrid a Ximo Puig a la vista de todo el mundo al situar en la mesa presidencial del congreso federal a un entonces desconocido (fuera de su municipio) alcalde de Burjassot y ponerle la plataforma para que desafiara a Puig, los socialistas valencianos se encaminan este domingo a sus elecciones internas más decisivas.

No solo está en juego el liderazgo del partido sino también la estabilidad futura del Consell por mucho que los sanchistas insistan en que solo se dirime una cuestión interna. Puig afronta en el ecuador de su mandato al frente de la Generalitat el momento más complicado de su vida política tras cinco años en el cargo desde que derrotó a Jorge Alarte en 2012. Nunca hasta ahora había tenido una contestación interna tan visible. Del resultado del domingo saldrán muchas de las claves de la política valenciana del próximo bienio. Si gana Puig tendrá que lidiar con una oposición interna fortalecida por la dirección nacional y con la que estará obligado a convivir y a realizar un esfuerzo mayúsculo de integración y conciliación.

Si pierde, los dos años que le quedan de mandato en la Generalitat (ha dicho que los cumplirá pase lo que pase) serán un vía crucis y se esfumaría la posibilidad de un segundo mandato.

Con todo, fuentes de la candidatura de Ximo Puig están convencidas de que las primarias van a ser un revulsivo para el secretario general y para el partido. «Nosotros hacemos primarias y participa el 80% de la militancia, otros las hacen y no vota más del 10%», remarca el síndic en las Corts, Manolo Mata (apoyo de Sánchez en las primarias federales) y para quien el proceso interno ha generado un movimiento social y una ola de nuevos militantes en el PSPV. «Hemos comprobado que la gente vuelve a creer en la política», asevera Mata. El presidente de la diputación, Jorge Rodríguez, y coordinador de la campaña asegura, tras un centenar de actos, que no ha sido «un proceso orgánico, sino la evidencia de que tenemos un proyecto de partido y de país».

«Que hable la militancia»

«Es necesario que hable la militancia porque han pasado demasiadas cosas estos meses para que todo siga igual en el PSPV», contrapone la alcaldesa de Anna y portavoz de la campaña de García, que pone como ejemplo del inmovilismo en que vive el partido que ni siquiera se conoce la memoria de gestión de la ejecutiva saliente pese a que cuenta con 73 cargos dirigentes. «La ola de la militancia que despertó con Sánchez tiene ahora su momento en el PSPV», añade Sarrión.

«La sociedad ha cambiado, los mensajes de hace unos años ya no valen y Rafa García tiene ese discurso nuevo», refuerza el alcalde de Albal, Ramón Marí.

Mientras, en la candidatura de Puig creen que el apoyo inicial a García que provenía de la dirección federal se ha diluido, especialmente después del recuento de avales, que dio una holgada ventaja a Puig. También detectan que la militancia ha pasado de reprochar al presidente en los primeros actos y de pedirle explicaciones por su participación en la caída de Sánchez a interpelarlo por la gestión del Consell. En el entorno del presidente sitúan además el momento clave de la campaña en el apoyo a Puig de buena parte de las plataformas que surgieron en las agrupaciones tras la caída de Sánchez.

En cambio, entre los cercanos a García apuntan que la candidatura ha generado una pulsión en las agrupaciones desconocida hasta ahora y aseguran que es más intensa según se acerca el final de la campaña.

Mientras, sigue la campaña. Puig visita hoy Tavernes, Cheste, Nules, Vinaròs y Morella. Hace unas horas, su rival interno reunía a 200 militantes en Albal donde anunciaba, si gana, la creación de un consell de alcaldes, un órgano que determinará la política municipal en el PSPV. «Se ha acabado el tiempo en que cuatro decidían y el resto pegaba carteles y pagaba cuotas; el cambio ya llega», proclamó García en el acto.