Tres secuestros de pocas horas bastaron para que Yolanda Salvador decidiera en el año 2000 dejar atrás Venezuela y, tras un breve paso por Estados Unidos, instalarse en España. Lleva doce años en València, la patria de la que salieron sus padres en 1949 para hacer las Américas. Sus ojos se abren de par en par cuando da su opinión sobre el escenario venezolano: lo considera «una dictadura totalitaria y represiva». Ella espera con ansias la jornada de mañana.
A Andrea Luchsinger, que se marchó de Venezuela en 1993 recién terminada la carrera, dice que no se le borra una imagen: la cara acribillada de la estudiante Geraldine Moreno, de 23 años, asesinada en las revueltas de 2014. Para ella fue como una obsesión. «Eso nunca lo olvidaré», dice. Andrea también aguarda a mañana.
Yolanda y Andrea abanderan distintos movimientos venezolanos en València contrarios al Gobierno de Nicolás Maduro y han participado en la organización de la consulta popular que mañana se celebra en todo el mundo. Convocada por la Mesa de la Unidad Democrática venezolana, este proceso toma como base la Constitución venezolana y ha sido promovido para rechazar la Asamblea Nacional Constituyente que ha lanzado Maduro. Quieren demostrar su oposición a lo que consideran una deriva autoritaria del Ejecutivo venezolano.
En la Comunitat Valenciana se instalarán mesas de votación en València (Av. Amadeo de Saboya, 1 y Calle Fontanares, 11), Paterna (centro comercial Valterna Plaza), Alicante, Castelló, Xàbia, el Campello, Santa Pola y Benidorm. Podrán votar de 9 a 19 horas los ciudadanos mayores de 18 años con carné de identidad o pasaporte venezolano. El INE recoge la presencia de 6.513 venezolanos en la Comunitat Valenciana, pero muchos tienen la doble nacionalidad y figuran oficialmente como españoles.
Yolanda, coordinadora de la Resistencia de Venezolanos en València, abogada jubilada de 66 años con pasado como activista política, asegura que mañana Venezuela se juega mucho. «Se juega su soberanía, porque estamos invadidos por Cuba; se juega la democracia y la libertad, porque nos quieren imponer un Estado comunista donde hasta la patria potestad de los hijos dependerá del Estado. Y el rescate de esa soberanía, de esa libertad y de esa democracia es lo que nos lleva a seguir luchando sin desmayo para esta consulta: así sabremos cuántos venezolanos rechazamos este camino», sostiene.
Andrea, representante del colectivo Sin Mordaza, quiere derribar un tópico que a veces contagia todo lo relativo a la oposición venezolana: no son de derechas. Ella, que de estudiante quedó seducida por el golpe de Estado de Hugo Chávez («yo era joven y soñadora»), que más tarde se situaba en el centroizquierda político (Yolanda siempre ha sido socialdemócrata), dice que ya hace tiempo que solo lucha con la mente en los derechos humanos sin pensar en etiquetas políticas. En las movilizaciones recientes ha salido a la calle con una frase de Ortega y Gasset escrita en una pancarta: «Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral».
Una situación crítica
En eso cree. Y en ayudar, desde el extranjero, a enderezar el rumbo de un país cuya situación ve «crítica, camino de lo dramático» por «la violación sistemática y planificada de los derechos humanos». «No velan por los derechos del pueblo. Es como si estuviera gobernando Pablo Escobar», sostiene tras meditar si pronuncia o no unas palabras tan duras.
A su lado, Yolanda sostiene que ya está bien de callar. «Los venezolanos ya hemos perdido el miedo», y cuenta que en las manifestaciones realizadas en València ha visto a personas ligadas al Estado venezolano captando fotografías de su rostro y de los manifestantes. «Pero ya no nos importa. También el pueblo venezolano se está comportando de manera heroica, como un movimiento libertador», opina Yolanda. En València buscan participar de esa oposición al Gobierno de Maduro.
