Hay imágenes cuya dureza y crueldad no borra el paso del tiempo. Y de esas son las que mostraron ayer los arqueólogos responsables de la excavación de la fosa común 113 del cementerio de Paterna. Iniciados el 22 de mayo, los trabajos pagados por la Diputación de València han concluido con el resultado presentado ayer ante numerosas familias y medios de comunicación. El dato más relevante es la aparición de restos de 49 personas fusiladas durante la represión franquista, más otro cadáver de fusilado surgido con la apertura del

La excavación ha sacado a la luz correas, balas, heridas por golpes antes del fusilamiento y traumatismos perimortem en los restos óseos. También ha permitido ver muñecas atadas, tiros de gracia en todos los cuerpos excepto en dos, y los restos de cal viva echada sobre los cuerpos tras ser arrojados a la fosa común. Los proyectiles hallados permiten deducir que los fusilamientos se realizaron con subfusiles de la Guardia Civil. Toda esta información fue revelada por el director arqueológico de ArqueoAntro, Miguel Mezquida. Confirma así lo que ya apuntaban algunos relatos orales transmitidos en la época y recogidos por historiadores. Es el horror de las sacas de 1940 y 1941 cuyas víctimas han llenado durante casi ocho décadas esta fosa 113.

Tras acabar los trabajos de excavación, los familiares realizaron una procesión cívica por los pasillos del cementerio de Paterna, encabezada por los hijos de los fusilados, y se unieron todos juntos en el interior, ya vacío, de la fosa 113, según relataron ayer y mostraron en unas imágenes repletas de emoción. «Ese cementerio se ha de levantar todo de manera sistemática: es un mapa del horror», pidió el portavoz de los familiares de la fosa 113, Santi Vallés, muy «agradecido» con la diputación, que ha financiado los trabajos. La diputada provincial de Memoria Histórica, Rosa Pérez, señaló que era una deuda «no solo con los familiares de las víctimas, sino con la sociedad». En dos semanas podría comenzar la excavación en las fosas 91 y 92 de Paterna.