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Brecha digital

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El 40 % de los municipios valencianos carece de cobertura de internet por fibra óptica o cable - El interior del territorio sigue sufriendo la conexión lenta

Hay un apartheid invisible y poco ruidoso. Una brecha, digital, que no solo separa por edades entre nativos y analfabetos digitales. El muro transparente también divide territorios: costa-interior, urbano-rural. La frontera donde empieza el internet lento deja tras de sí un reguero de desigualdades por la falta de oportunidades. Y esa brecha está trazada. Un amplio estudio de la Secretaría de Estado para la Sociedad de la Información y la Agenda Digital, del Ministerio de Energía, traza la cobertura de internet de banda ancha en la Comunitat Valenciana y pone de relieve realidades alarmantes en las llamadas «zonas blancas»: aquellas que no disponen de cobertura de redes de banda ancha de nueva generación, ni previsiones para su dotación por algún operador en el plazo de tres años.

Esta radiografía proporciona un primer dato que podría ser tranquilizador: el 97 % de la población valenciana está conectada a internet en el ADSL básico, de 2 Mbps (megabits por segundo). Sin embargo, hay que fijarse en la franja de 30 Mbps, que es la marcada por la Comisión Europea como banda ancha básica que debería llegar en 2020 a todas partes. En esa franja, la Comunitat Valenciana presenta grandes «zonas blancas» y el porcentaje de habitantes conectados cae hasta el 78 %. Es justo ahí donde emerge la brecha territorial: el interior y las zonas montañosas se quedan desenganchadas o con coberturas incompletas.

En esta franja de conexión considerada básica por Europa, los hogares situados en poblaciones de menos de 5.000 habitantes comienzan a presentar unos niveles preocupantes. En el tramo de 2.000 a 5.000 vecinos la cobertura es del 33 %. Entre 1.000 y 2.000 vecinos cae al 27 %. Por debajo del millar de habitantes, el abismo se va abriendo hasta la realidad más perjudicada:en los núcleos de población de menos de 100 habitantes, solo el 6 % de los hogares tienen cobertura a 30 megas.

Germen de la despoblación

Los datos de la Dirección General de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de la Generalitat Valenciana son contundentes: hay 217 municipios valencianos (152 de menos de mil habitantes y otros 65 de entre mil y cinco mil vecinos) donde no llega la fibra ni el cable. Allí no hay banda ancha de nueva generación ni tampoco previsiones para su dotación por parte de algún operador en el plazo de tres años, según las consultas realizadas por el ministerio. ¿Qué tipo de conexión hay, entonces, en esos 217 pueblos valencianos? En el mejor de los casos, la banda ancha irá a la velocidad que permita la tecnología ADSL, que funciona sobre el mismo cable que la línea telefónica y que fue la primera generación de banda ancha. Eso complica el desarrollo económico de una zona y siembra el germen de la despoblación.

El diagnóstico con el que trabaja el Consell dice algo más. Si se contemplan no solo municipios, sino todo tipo de entidades singulares de población (aldeas, pedanías, etc.), hay un total de 635 núcleos de población valencianos que figuran como «zonas blancas» sin fibra ni cable. En total suman 206.126 habitantes.

Como volumen demográfico no es una cantidad relevante: representan solo el 4 % de la población de la Comunitat Valenciana. Pero en cuanto a número de municipios y extensión de territorio adquiere una gran envergadura y refleja, una vez más, las dos realidades sociodemográficas que viven casi de espaldas entre el Sénia y el Segura. O, mejor dicho, entre las silenciosas montañas de Castielfabib (el Rincón de Ademuz) y las atiborradas playas de Xàbia (la Marina Alta).

El fruto de la liberalización

Si en la banda ancha básica son unas pocas islas territoriales las que quedan como «zonas blancas», ocurre lo mismo pero en un sentido muy distinto con la implantación de la fibra óptica. Esta tecnología, que se ha convertido en habitual para los vecinos de las grandes ciudades y las áreas metropolitanas, llega a muy pocos puntos del territorio autonómico. En municipios por debajo de los 10.000 habitantes es extraño encontrar fibra óptica.

El mercado de las telecomunicaciones fue liberalizado a partir de 1996. El resultado se ve ahora. Vicent Aguiló, director general de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, resume la situación y el reto político. «Si dejas a la libre elección del mercado la distribución de las telecomunicaciones, la banda ancha y la fibra solo llega donde hay negocio: nunca en el interior rural. Pero no podemos permitir que dentro de nuestro mismo territorio haya tanta desigualdad de conectividad», señala, porque coarta la posibilidades de desarrollo del territorio y de sus habitantes.

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