El trabajo hecho público por el equipo internacional en el que ha participado Juan Carlos Izpisúa nunca podría haberse realizado en España. El Convenio de Oviedo, firmado por los estamos miembros del Consejo de Europa prohíbe crear embriones «ad hoc» para estos fines. Sin embargo, Estados Unidos, Reino Unido o China sí permiten estas prácticas que vuelven a poner sobre la mesa el debate sobre la ética de experimentar con embriones humanos y la posibilidad futura de realizar personas «a la carta».

En este sentido, el director del IIS La Fe y codirector de la investigación con técnicas CRISPR a punto de publicarse, José María Millán cree que siempre será «más fácil el desarrollo de técnicas que impliquen la modificación de células no embrionarias», como se ha hecho en el trabajo que codirige.

El coautor del estudio, Rafael Vázquez aseguró ayer que, tras publicarse los avances de Izpisúa y su equipo, vuelve a quedar claro que la «ciencia va muy por delante de la filosofía, la ética y la legislación. Va todo tan rápido que está sobrepasándolo todo».

Para el científico Lluís Montoliu, otro de los estudiosos de la edición génica en España, es el momento de iniciar el debate sobre la manipulación de embriones para investigación. Montoliu junto a otra veintena de investigadores han publicado un documento de consenso en el que exponen la necesidad de evaluar las implicaciones de la manipulación embrionaria y proponen la creación de un comité europeo para evaluar los beneficios, limitaciones y posibles riesgos de estas «prometedoras» tecnologías y asegurar un uso responsable.