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Donación de semen

"No sé ni a dónde ni a quién han ido mis muestras"

En España, un donante sólo puede contribuir al nacimiento de seis niños, incluyendo los que ya hubiera concebido en pareja

"No sé ni a dónde ni a quién han ido mis muestras"

El descontrol sobre los gametos procedentes de la donación ha saltado a la actualidad tras el caso del donante de semen holandés que ha tenido más de un centenar de hijos. que, trasladada a España, no resulta nueva. Aquí, sin embargo, es muy difícil que se produzca una multipaternidad similar.

Los especialistas en reproducción asistida vienen demandando la creación de un registro general de donantes informatizado. Y es que, según la actual legislación, una de las principales características es que las donaciones deben ser «totalmente anónimas y altruistas». Los voluntarios no reciben una contraprestación por sus muestras, aunque la ley admite compensarles «por las molestias y la pérdida de tiempo» con una suma económica que llega hasta los mil euros en el caso de las mujeres y los 50, en el de los hombres.

«El proceso de donación en el caso femenino resulta mucho más complejo, implica un ciclo de hormonación con inyecciones diarias durante veinte días entre otros procesos». Y eso es algo «que propicia esta diferencia en las retribuciones según el sexo del paciente», apunta Pilar Alamá, directora del programa de ovodonación en el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI).

Un proceso fácil

P. J. M., donante de 21 años de edad, afirma a Levante-EMV que es un proceso fácil: «Vas a la clínica y te interesas por ser donante. Te atiende un médico que únicamente explica lo que van a hacer mediante un contrato. Tienes unos días para pensártelo porque una vez lo firmas, ya empiezas con las pruebas». Las empresas privadas de bancos de semen guardan la confidencialidad de la identidad. P. J. M. desarrolló el proceso de donación en el IVI, el primer grupo español especializado íntegramente en reproducción humana.

«Te hacen un análisis de sangre para que puedan comprobar que no tienes ninguna enfermedad, además de dos pruebas de calidad del semen: congelación y movilidad», asegura. Las industrias de donación son tan estrictas a la hora de controlar la calidad del semen porque es un procedimiento que no cubre la Seguridad Social, así que los precios de la fecundación in vitro -mecanismo donde se utiliza el semen donado- oscilan entre 3.000 y 5.000 euros. Por ello, las parejas que acceden a este tratamiento quieren tener éxito en el primer intento.

P. J. M. argumenta que «no puedes extraerte muestras más de dos veces por semana y tienes que estar cuatro días sin nada de sexo porque la muestra no sería válida», sentencia el joven.

El contrato que hace firmar la empresa del banco de semen en el momento de iniciar el tratamiento es de permanencia total e intransferible. Entre los requisitos para poder realizar una donación especificados desde las anteriores instituciones se encuentran: ser mayor de 18 años y menor de 35 para ambos sexos, pasar los distintos reconocimientos tanto físicos como psicológicos y estar de acuerdo con el anonimato y altruismo de la donación. «Estas pruebas son bastante estrictas. Un 35 % de las donantes son finalmente seleccionadas, mientras que entre los varones el porcentaje baja un poco más hasta un 25 o un 30 %», apunta la directora del programa de ovodonación del IVI. En cuanto al perfil de donantes de semen, las mismas fuentes señalan que suelen ser varones de entre 20 y 25 años, caucásicos. En el IVI cuentan cada año con entre 100 y 150 candidatos de los cuales son seleccionados un 20 y 25%, al igual que en el caso de la Clínica Quirón.

J. F. R., de 22 años, explica a Levante-EMV que «el único requisito que me pedían eran tres días de abstinencia sexual a la semana y cuando finalicé el proceso en el instituto CREA, me dijeron que me guardaban una muestra por si me quedaba estéril». Al Centro Médico de Reproducción Asistida (CREA) «no puede ir a donar cualquiera porque hacen un examen exhaustivo a través de un test psicológico, análisis de sangre para ver la calidad del semen, la congelación y descongelación de las muestras y su movilidad», relata el joven.

«El contrato que firmé me eximía de cualquier responsabilidad con los futuros bebés. Yo no soy el padre de esos hijos, del mismo modo que, cuando dono sangre, no son mis hermanos quienes la reciben» finaliza la conversación J. F. R.

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