«En directe: cop d'Estat», escribía el cantante y diputado independentista Lluís Llach ayer, mientras se producían las detenciones de altos cargos y los registros en Cataluña. El referéndum es «un golpe de Estado sin tanques», proclamaba en Bruselas el exministro socialista catalán Josep Borrell. En Madrid, el Nobel Mario Vargas Llosa expresaba ayer su deseo de que el Gobierno impida «el golpe de Estado» en Cataluña. Así están las cosas estos días en un lugar llamado España: difíciles de entender si va y uno cae de Marte. Las mismas palabras, los mismos hechos, para visiones contrapuestas.

Imposible que los efectos de la onda expansiva no lleguen al territorio vecino del sur. Ahora que parece casi una exigencia situarse en un lado u otro del conflicto, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, intentó mantener el reparto de responsabilidades entre el Gobierno de Mariano Rajoy y el de Carles Puigdemont. ¿Equidistancia? Puede parecer así, pero el líder del PSPV prefiere hablar de coherencia, de no dejarse arrastrar por el pensamiento único, independentista o centralista.

Ley y diálogo fue su receta. La que prescribe desde hace semanas, la misma que enarbola Miquel Iceta en Cataluña. No la modificó ayer, después de la operación policial contra el aparato del Govern que prepara el referéndum del 1 de octubre, que se saldó con más de una decena de detenciones, incluidos altos cargos. « Seny» y «sentido común», pidió.

Unos hechos que sí que fueron lo suficientemente graves para que el socio en el Consell, Compromís, diera un paso al frente de forma contundente, con un comunicado conjunto de sus dos principales líderes, de filiaciones distintas, la vicepresidenta del Consell Mónica Oltra (Iniciativa), y el diputado Joan Baldoví (Bloc).

Una manera de mostrar una posición en bloque, después de que los últimos días el Bloc firmara la declaración de Menorca por el derecho a decidir, que otros miembros de la coalición no asumen. Pero sí hay coincidencia en ver la acción policial de ayer como una «represión». «Con la excusa de defender la Constitución no se puede vulnerar derechos fundamentales», incidió Oltra, que hasta ahora había evitado entrar de lleno en el avispero catalán. «Se está vulnerando la Constitución hoy, no el 1 de octubre, al prohibirse actos o la libre expresión», remarcó.

Para Baldoví, lo de ayer «suponen la aplicación camuflada del artículo 155 de la Constitución».

«Yo no me callo», dijo en Twitter. Y así fue. En el Congreso acusó a Rajoy de «cavar un abismo que puede ser irreparable». Los hechos de Cataluña son «lo más grave que está pasando desde los tiempos de la Transición», dijo en el estrado.

No fueron las únicas voces. El presidente de las Corts, Enric Morera, levantó las iras del PP en las redes sociales al afirmar que «la acción represiva y autoritaria del Gobierno de Rajoy hará que los demócratas catalanes y del Estado den apoyo masivo al referéndum».

También la secretaria autonómica de Hacienda, Clara Ferrando, se manifestó: «La represión y el uso de la fuerza no vencerán más a la democracia». Y el alcalde de València, Joan Ribó, aseguró que el planteamiento del PP va a llevar a «una catástrofe» y reclamó «diálogo».

Podemos incidió en esa línea. Antonio Estañ calificó de «vergüenza democrática» las detenciones y habló de «prácticamente un estado de excepción».

Podemos fue una de las fuerzas convocantes de la protesta realizada ayer tarde ante la delegación del Gobierno en València que reunió a varios centenares de personas. También Acció Cultural del país Valencià y Arran, la organización juvenil de las CUP. Se vieron banderas independentistas, claveles, mensajes por la libertad de expresión y por los «Països Catalans».