El terremoto catalán ha enrarecido la vida política valenciana. El reciente debate de política general es una buena muestra de ello. Esta semana, el conflicto catalán ha transitado de las instituciones a la calle, pero la posibilidad de contagio, aunque solo sea por vecindad, o de que el conflicto político descargue de forma torrencial sobre la Comunitat Valenciana resulta, hoy, muy lejana.

La pulsión independentista en este territorio es entre residual y la nada. No pasa del 1%, según el CIS. Sus cabezas visibles serían una parte no mayoritaria del Bloc Nacionalista Valencià, el principal partido de Compromís, que acaba de firmar la declaración de Menorca en favor del referéndum; el PSAN de Josep Guia; la entidad Acció Cultural; la escasamente implantada en estas tierras Esquerra Republicana; un sector de Escola Valenciana o de Intersindical y varias islas de la CUP, la candidatura de unidad popular, clave en el parlamento catalán, con dos concejales en Pedreguer y asambleas en algún municipio de la Marina o la Safor.

Este miércoles, representantes de estos colectivos, a los que se sumaron referentes de Podemos o EUPV, se manifestaron ante la sede de la Delegación del Gobierno en València en protesta por las detenciones de altos cargos catalanes y contra lo que el manifiesto calificó de «represión» del Gobierno en Cataluña. Hubo banderas esteladas y proclamas en favor de la independencia.

Pero cuando el instituto sociológico pregunta a los valencianos por su vínculo hacia el territorio en el que viven, el sentimiento identitario es, de forma muy mayoritaria, español y valenciano, lo que los sociólogos llaman identidad dual. Es un caso incluso excepcional, ya que todas las autonomías periféricas españolas tienen un mayor sentimiento identitario que la Comunitat Valenciana, donde el 71 % se siente tan valenciano como español y el 25% solo español, cifras esquiparables a las de Madrid, Castilla- La Mancha o Castilla y León.

En cambio, esos porcentajes dan un vuelco absoluto ante la siguiente pregunta: ¿Cómo se siente usted de identificado con los territorios de habla catalana? En este caso, el 85% contesta que poco o nada y solo un 6%, mucho. La conclusión es que el catalanismo asusta al valenciano medio. Ningún cambio en décadas.

El problema valenciano

Pero no todas las placas tectónicas de la identidad propia parecen bloqueadas. Es cierto que no existe un sentimiento independentista, pero, en cambio sí se detecta un aumento de ciudadanos preocupados o que se muestra cada vez más exigente con la necesidad de una mayor defensa de los intereses valencianos ante Madrid, una cuestión que para la coalición Compromís se ha convertido en apuesta estratégica, según admite un dirigente. Una variable que durante años ha beneficiado al PP, pero en la que ahora sale reforzada la coalición valencianista y a la que trata también de sumarse el PSPV.

Pero aunque el catalanismo preocupe poco en la calle, lo cierto es que se ha convertido en central en la política valenciana. La casi mimética oposición de PP y Ciudadanos, deseosos de denunciar cualquier supuesta veleidad nacionalista del Consell de socialistas y Compromís, ha convertido a las políticas de educación y lengua en estiletes de oposición y ha situado a Cataluña en el tronco de su discurso. «Hay un contagio del nacionalismo catalán en la Comunitat valenciana», proclama la presidenta del PP valenciano, Isabel Bonig, aunque no todos en su partido opinan lo mismo: «No creo que Puig siga la hoja de ruta catalana», le ha rebatido esta semana el exministro de Exteriores, José Manuel Garcia Margallo.

Para Bonig, una muestra de la deriva independentista del gobierno de Puig sería, por ejemplo, las subvenciones que otorga a Acció Cultural del País Valencià, entidad a la que sitúan como socia de la inpendentista Òmnium Cultural; el decreto de plurilingüismo o cualquier acercamiento a Cataluña o Balears que incluya la lengua y la cultura común.