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Tras el incendio

La sala de alarmas de la Ciutat de la Justícia llevaba casi dos años sin ninguna vigilancia

El guardia civil que controlaba las cámaras en el cuarto contiguo fue reasignado a otras tareas en junio por falta de plantilla

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La zona cero del incendio de la Ciudad de la Justicia

Alrededor de dos años. Ese es el tiempo que la central de alarmas de la Ciutat de la Justícia, precisamente en la que salta la señal visual y la acústica cuando, por ejemplo, se produce un incendio en el edificio, llevaba sin ningún tipo de vigilancia. Y ese es el motivo por el que nadie escuchó el pitido que alertaba de que había un incendio en la segunda planta de la Ciutat de la Justícia el domingo 10 de septiembre.

La central de alarmas, a la que están conectados, entre otros, todos los sensores de detección de humos, se encuentra ubicada en el sótano, muy cerca de los calabozos. Es una de las estancias a las que se accede desde un pequeño zaguán en torno al cual se ubican no sólo la central de alarmas, sino también la sala de los monitores de las cámaras de seguridad o el despacho de los empleados de mantenimiento.

Pese a la importancia de tener bajo control esa central, nadie se ocupaba de vigilarla de manera específica desde hacía alrededor de dos años. Hasta tal punto es así, que se había convertido en el almacén y cuarto trastero de los encargados del mantenimiento del edificio, los únicos que disponían de la llave de esa puerta, que permanecía cerrada precisamente para que nadie cogiera sus herramientas o el resto del material almacenado en su interior.

Pero no toda la zona estaba sin control. Un agente de la Guardia Civil, la institución que tiene asignada la seguridad en la Ciutat de la Justícia y para quienes la empresa de vigilancia privada contratada por la Generalitat es sólo un apoyo para completar las tareas a las que no llega su escasa plantilla, era el responsable de controlar los monitores que reciben la señal de las cámaras de seguridad de todo el edificio, y que están ubicados en el cuarto contiguo al de la central de alarmas.

Las fuentes consultadas por Levante-EMV matizan que, «aunque es cierto que no había nadie físicamente en la central de alarmas, desde la sala de los monitores se puede detectar si salta una alarma en la otra sala, porque están pegadas pared con pared».

Ese razonamiento tiene dos peros. El primero, que desde junio no había ningún guardia civil ni en un despacho, ni en el otro. La razón, la falta de personal. En junio, cuando comenzaron los turnos de vacaciones, el subteniente destinado en la sala de las cámaras fue reasignado a otras tareas, como el control de accesos de público y empleados de la Ciutat, así que el área de seguridad del sótano se quedó sin vigilancia de ningún tipo. Es más, de no haberse producido el incendio, esa situación se habría prolongado hasta empezado octubre, cuando se hubiesen reincorporado todos los agentes que aún están de vacaciones.

Una jubilación no cubierta

Tras la reapertura de la Ciutat de la Justícia tras el incendio, la situación ha sido corregida colocando a un vigilante de seguridad en esa central de alarmas, pero sólo después de que el siniestro del pasado día 10 haya puesto al descubierto ese grave agujero de seguridad.

Y el segundo pero es que el suboficial que controlaba las cámaras hasta junio sólo lo hacía en su turno, esto es, entre las nueve de la mañana y la dos de la tarde. Y siempre que no se requiriesen sus servicios en la planta baja para reforzar los controles de acceso en los momentos de mayor afluencia de personas.

Según ha podido saber Levante-EMV de fuentes de toda solvencia, la famosa central de alarmas dejó de estar custodiada por la Guardia Civil hace aproximadamente dos años, cuando el agente encargado de esa tarea se jubiló. Desde su marcha, nadie más ha vuelto a ocupar ese lugar, lo que derivó, al final, en que el personal de mantenimiento acabase usando el cuarto como trastero.

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