La deriva independentista de Cataluña provocó ayer el efecto en cadena de que sus dos principales entidades financieras optaran por trasladar sus sedes sociales fuera de la autonomía para evitar la fuga de depósitos y recomponer su valor en Bolsa, castigado con dureza en las últimas jornadas por el temor de los inversores al daño que estuvieran sufriendo en sus balances.

El Banco Sabadell, que estatutariamente podía tomar la decisión desde su consejo de administración, dio el primer paso y por la tarde decidió trasladar a Alicante su sede social, después de haberse barajado la posibilidad de optar por Madrid, que tendría un rechazo de gran calado en Cataluña, y Oviedo, de donde procedía uno de los bancos absorbidos por la entidad presidida por Josep Oliu, el Herrero.

Al final, como era previsible, se impuso la opción alicantina, no en vano la compra por un euro de la Caja del Mediterráneo (CAM) a finales de 2011 y tras una multimillonaria inyección de dinero por parte del Fondo de Garantía de Depósitos dio un empuje decisivo para la expansión de la entidad catalana durante los duros años de la crisis económica.

La sede operativa del banco seguirá en Barcelona, pero ubicar el domicilio social en Alicante supondrá mayores ingresos tributarios para la autonomía y un chute de autoestima en una ciudad que, con la pérdida de la CAM, se quedó sin relevancia en el sistema financiero español. Fuentes de la entidad bancaria aseguraron a este diario que la decisión era preventiva y tenía como propósito «anticiparnos a una posible fuga de depósitos y para proteger a nuestros clientes y a nuestros accionistas».

Mientras el Sabadell tomaba su decisión, el Gobierno anunciaba para hoy un decreto que permitirá acelerar el traslado de su sede por parte de CaixaBank, que precisaba convocar una junta extraordinaria de accionistas para adoptarla.

El decreto gubernamental facilitará que toda empresa pueda cambiar de sede sin convocar una junta. Su alcance es universal pero está hecho a la medida de CaixaBank, que ayer convocó para hoy una reunión de su consejo de administración. En la jornada de ayer circularon cuatro posibles destinos para la primera entidad financiera española, si se toma en consideración solo el negocio interno y no se le suma el internacional. Se trata de València, Madrid, Pamplona y Palma de Mallorca.

Aunque la decisión final se conocerá hoy, todo indica que finalmente se trasladará a la capital de Baleares. Y es que CaixaBank entiende que este es el otro territorio histórico de la entidad, junto a la autonomía catalana. De hecho, uno de los orígenes de la entidad se encuentra en la Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros de Cataluña y Baleares, fundada en 1904.

No obstante, cabe la posibillidad de que se impongan otras opciones procedentes de ciudades como València o Pamplona que albergaban a sendas entidades que han sido absorbidas por CaixaBank durante el proceso de reestructuración. En el segundo caso es Banca Cívica, fruto de la fusión, entre otras, de Caja Navarra. El primero, obviamente, es el Banco de Valencia, que compró por un euro en 2012 después de que la entidad intervenida recibiera una inyección de capital de más de 5.500 millones de euros.