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La repercusión del 1-O

La banca vuelve a València

La decisión de CaixaBank y Sabadell de trasladar sus sedes sociales al «Cap i Casal» y a Alicante permite a la autonomía recuperar parte de lo que perdió en la crisis con la extinción del Banco de Valencia y de la Caja del Mediterráneo

El edificio del Banco de València que será sede de Caixabank. Fernando Bustamante

Parece una ironía del destino, pero la eventual declaración unilateral de independencia de Cataluña va a permitir que la Comunitat Valenciana recupere, es cierto que de manera más bien testimonial, parte del sistema financiero que perdió, en manos precisamente catalanas, durante la crisis y la reestructuración bancaria.

Asómbrense porque la pequeña city valenciana ha cobrado vida como quien dice en dos días. Y de qué manera. La calle Pintor Sorolla albergará a partir de ahora las sedes sociales de dos de las cuatro principales entidades financieras de España: CaixaBank y Bankia. Se diría que ha salido ganando si no fuera por el relevante detalle de que las sedes operativas de ambas, es decir, la auténtica sala de máquinas de los dos bancos, estarán en Barcelona y Madrid, respectivamente. Si a la decisión de ayer de la entidad presidida por Jordi Gual se le suma la que adoptó el día anterior el Banco Sabadell, que ya ha ubicado su domicilio en Alicante, en el edificio que acogía hasta su extinción a la CAM, la cuadratura del círculo parece perfecta.

Desde luego nadie podía sospechar hace cinco años lo que está viviendo la Comunitat Valenciana en términos financieros esta semana. Dada su exposición al ladrillo y el seguidismo que de ese sector hicieron sus principales entidades financieras en los años de bonanza, el sistema bancario autonómico saltó por los aires en apenas dos años. Los primeros zarpazos los sufrió la Caja del Mediterráneo. Apurada por una creciente falta de solvencia, el Banco de España trató de colocarla en un SIP junto a Caja Asturias que finalmente no prosperó cuando sus otros socios se asustaron de la magnitud del agujero contable. Ante esta situación,al Banco de España no le quedó otra solución en julio de 2011 que intervenir la entidad alicantina.

En noviembre de aquel año, tras sondear en el sector sin demasiado éxito, el fondo público FROB decidió vender la CAM al Banco Sabadell por un euro y después de una inyección superior a los cinco mil millones por parte del Fondo de Garantía de Depósitos. También se estableció un Esquema de Protección de Activos a diez años. La obra social de la CAM quedó al margen. Tras la compra, también la marca desapareció, aunque el Sabadell sí había ubicado en Alicante la sede de su filial inmobiliaria Solvia.

Un mes antes de la adjudicación de la CAM al banco catalán, se produjo el siguiente descalabro. Fruto de una gestión que está en los tribunales por las innumerables irregularidades, cayó el Banco de Valencia, también intervenido por el Estado. Justo un año más tarde -y después de la polémica gestión del administrador designado por el FROB, José Antonio Iturriaga- el fondo público vendió también por un euro la entidad. En este caso, el afortunado con la operación fue CaixaBank, que recibió otro EPA para cubrir la aparición futura de activos tóxicos en la entidad. Además, el FROB inyectó 5.500 millones de euros para sanear el Banco de Valencia antes de la venta.

Las malas noticias continuaron en 2012. En el proceso de reestructuración del sector financiero, Bancaja, que era el sexto grupo bancario del país al sumársele la participación de control del 40 % en el Banco de Valencia, tampoco resistió en solitario. Se unió a Caja Madrid y otras cinco entidades de ahorros de menor tamaño en junio de 2010. Fue el nacimiento de Bankia. A Bancaja le correspondió un 37 % de poder interno y la sede social. Sin embargo, Bankia resultó ser un castillo en el aire. La salida a Bolsa, que va a sentar en el banquillo a los principales consejeros y ejecutivos de la entidad, fue un fiasco porque las cuentas, según el Supremo, estaban maquilladas.

Al final, Bankia cayó al ser intervenida por el Estado en mayo de 2012. Bancaja desapareció, aunque la ciudad que la acogía mantuvo el domicilio del banco presidido desde entonces por José Ignacio Goirigolzarri. Queda su reconvertida fundación, que ya no dispone de los jugosos recursos que le aportaba la caja.

Las cooperativas también padecieron lo suyo, sobre todo tras la absorción de Ruralcaja, que era la segunda del país, por la primera, Cajamar. Esta última también se hizo con otras rurales valencianas como Caja Campo o Castelló, además de integrar en su grupo, aunque manteniendo su independencia, a dos decenas de pequeñas cooperativas valencianas.

Ahora, cinco años después de aquel desolador campo de batalla, la Comunitat Valenciana acoge la sede social de tres de los cinco mayores bancos españoles, Y de rebote, como se conoció también ayer, la entidad de inversión de origen italiano Banco Mediolánum también se ha decidido por València en detrimento de Barcelona. Cosas veredes...

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