Más de 65.000 kilómetros cuadrados (casi un 13 % del territorio español) acogen a tan solo un 1 % de su población. Se trata del territorio bautizado como Serranía Celtibérica. Una zona agrupada en cinco comunidades autónomas (Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Comunitat Valenciana y La Rioja) que, tras el éxodo sufrido por los poblados del interior desde el año 1960, se terminó conociendo como la «Laponia del sur».

Este fue el centro de debate en la Conferencia celebrada el pasado jueves en el Salón de Actos del Conservatorio Profesional de Música de València, donde el catedrático Francisco Burillo Mozota realizó una ponencia sobre la «Serranía Celtibérica en el marco de las zonas españolas desfavorecidas, económica, social y territorialmente».

En esta conferencia, moderada por Vicent Cebolla, presidente de la Real Sociedad Económica de Amigos del País Valencià (RSEAP), y por Manuel Portolés, presidente de la Comisión de Comunicación de la RSEAP, el profesor quiso poner las cartas sobre la mesa y denunciar la situación de un territorio que, si bien dobla la superficie del país belga, únicamente cuenta con 480.000 ciudadanos, lo que supone una densidad poblacional de 7,34 habitantes por km2.

Burillo puso de relieve la publicación de «Los últimos. Voces de la Laponia española», una obra de Paco Cerdà, periodista de Levante-EMV, que recorre la superficie de la «nada demográfica» de los pueblos despoblados y «los estragos que esto conlleva a la gente que vive allí», pues tras ser «discriminados» y relegados del acceso a los servicios del Estado de Bienestar, se han visto obligados a seguir con la tendencia emigrante que se inició hace más de medio siglo.

Gracias a publicaciones como ésta, la Generalitat Valenciana dio un paso adelante y decidió crear medidas para revertir la crítica situación. Sin embargo, «esta ha sido la única de las cinco comunidades que conforman la Serranía Celtibérica que ha tomado medidas para afrontar la sangrante despoblación de la Laponia del sur», denunciaba el profesor.

El éxodo masivo dejó a estos territorios con una alarmante crisis de relevo generacional. Este hecho ha invertido la pirámide poblacional y lega un índice de envejecimiento que se incrementa hasta el 340,01 %. Un porcentaje sumamente elevado, asegura el profesor tras compararlo con el índice del total de la población española (115,13 %).

Para Burillo la solución debe pasar por una actuación estatal que reconozca la Serranía Celtibérica como un único territorio con el que crear políticas cohesionadas para fomentar la equidad entre el paisaje de la despoblación y el de la superpoblación de las ciudades.

«Estos pueblos deberían ser un agujero negro para todos aquellos que viven en la ciudad sufriendo el paro y el hambre», indica Burillo. Para conseguir la subvención necesaria con la que acercar los servicios al ciudadano (construir centros de salud o institutos; crear beneficios fiscales, nuevos puestos de trabajo e incrementar políticas que aseguren la plaza laboral de las mujeres que quieran tener hijos) el catedrático demanda la inclusión de la Serranía Celtibérica en el Programa Operativo de Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER). Este es un programa que ayuda a territorios despoblados para mantener la equidad y la cohesión entre pueblos, con el que la Serranía Celtibérica podría recibir una subvención aproximada de 37.000.000 de euros con los que hacer realidad las medidas propuestas.

El profesor denuncia que, pese a que la Laponia del sur cumple firmemente con los requisitos demandados para acceder a la ayuda europea (es una región montañosa, una zona rural remota y cuenta con una despoblación mayor a la media de 12,5 habitantes por km2) no se les ha tomado en cuenta para ser considerada como la 71 eurorregión de la Agrupación Europea de Cooperación Territorial (AECT), un instrumento de cooperación transfronteriza e interregional que apoya a los territorios más discriminados por la despoblación.