En julio del año pasado, la Conselleria de Sanidad puso en marcha en el Hospital Doctor Peset la Unidad de Referencia Unidad de Referencia para la Cirugía Reconstructiva de la Mutilación Genital Femenina. Y, con ella, el protocolo sanitario para detectar, prevenir y corregir ablaciones infantiles, una de las mayores lacras que sufren las niñas de 26 países, la mayoría, africanos.

Así fue como la conselleria detectó el último, de momento, de esos casos, el de una niña de 22 meses mutilada en su país, Mali, aprovechando que sus padres, emigrados a València, la habían dejado al cuidado de sus abuelas. Ella es uno de los cuatro casos que el protocolo puesto en marcha el año pasado, que implica a toda la red de profesionales de la sanidad de los hospitales públicos valencianos, desde pediatras hasta ginecólogos, pasando por matronas y trabajadores sociales, ha permitido sacar a la luz.

«La alarma salta cuando llega a nosotros una mujer embarazada originaria de alguno de los países donde se mutila a las niñas. El mayor riesgo, obviamente, es cuando vemos que la madre está mutilada y que el bebé que está en camino es una niña», explican fuentes de la conselleria.

En el caso de la pequeña de 22 meses, la madre acudió a ginecología con su tercer embarazo. Era un chico, pero había sido mutilada y contó a la ginecóloga del Hospital Doctor Peset que tenía una hija pequeña en su país natal, al cargo de las abuelas. El protocolo se puso en marcha. Los dos mediadores con que cuenta la unidad, un hombre y una mujer de Mali, se entrevistaron con la mujer y con su marido.

En un primer momento, accedieron a someterse al programa de ayuda a familias que han sufrido mutilación genital femenina y a llevar a la niña al pediatra cuando la trajesen de Mali.

No acudieron a ninguna cita

El personal sanitario del Doctor Peset sabía que la ablación ya había sido realizada, pero ese no es el fin, al contrario, es el principio de un largo camino que pasa por ayudar a la madre y el padre -casi siempre el mayor escollo porque se trata de sociedades muy patriarcales con estereotipos machistas muy asentados-, por introducirlos en programas de atención psicosexual y, llegado el caso, someter a la niña a cirugía reconstructiva.

«Realmente, solo se aplica cirugía al final de esa reeducación sexual y si es médicamente necesario, es decir, si la mutilación provoca dolor, infecciones o, ya en edades adultas, problemas en las relaciones sexuales», matiza la misma fuente.

Tal como tenía planeado la familia, en mayo, justo antes de que la madre diese a luz en València a su tercer hijo, un varón -como el mayor de los tres-, trajeron a la mediana de Mali. En julio, cuando la niña tenía 22 meses, la llevaron a su centro de salud para una revisión rutinaria.

La pediatra vio que había sido sometida a una ablación de tipo 2 -mutilación de clítoris y labios menores- y la derivó de nuevo a la unidad hospitalaria. Debían acudir el 7 de septiembre, pero no fueron a la cita. Tampoco respondieron a las insistentes llamadas de los mediadores. Cuando el equipo tuvo la certeza de que no había solución posible, la trabajadora social redactó un completo informe que fue enviado a la Fiscalía de Menores, lo que ha puesto en marcha la maquinaria judicial que ha llevado a la imputación de los padres por un juzgado de València.

«Es la primera vez que ha ocurrido algo así», explican desde Sanidad. «En este año que lleva funcionando el protocolo, hemos detectado cuatro casos de niñas en riesgo extremo, contando éste. En los otros tres, que surgieron cuando las madres, embarazadas aún de esas pequeñas, llegaron a nosotros, logramos establecer una comunicación eficiente con las familias y evitar la mutilación genital con el programa de atención psicosexual», agregan.

Ocho operaciones en 14 meses

Que el programa funciona es una realidad. Entre 2008 y 2016, el Hospital Doctor Peset realizó seis intervenciones de cirugía reconstructiva en mujeres que habían sufrido mutilaciones genitales en sus países de origen. Tras la puesta en funcionamiento de la unidad de referencia en julio de 2016, son ya ocho las mujeres -una de ellas, una niña de solo 13 años- las que han pasado por el quirófano del Doctor Peset.

Lo primordial ahora es lograr que cada pediatra y cada enfermera o enfermero que trabajan en la red pública sanitaria valenciana se impliquen en este protocolo y ayuden a detectar menores en riesgo, que solo en la Comunitat Valenciana rondan las 1.300. Pertenecen a países como Somalia, Yibuti, Yemen, Guinea o Mali, donde la extirpación de los genitales externos de las niñas es tan común que afecta aún a más del 80 por ciento de la población femenina.

Y cada vez se realiza a edades más tempranas -casi siempre en los primeros meses de vida- para evitar intervenciones ajenas a la familia o que la menor pueda intentar oponerse y denunciar, ya que, pese a la tolerancia, también es delito en esos países.

Las organizaciones que se dedican a luchar contra esta violación de los derechos humanos estiman en más de 150 millones el número de mujeres mutiladas genitalmente en el mundo. En otras palabras, casi un tercio de la población de los 28 países que forman la Unión Europea. Y la mayoría, en África, donde se calcula que hay 44 millones de niñas menores de 14 años a las que ya se les han extirpado los genitales.