Si hay una reforma constitucional que todos los partidos sin distinción de colores apoyan es la del Senado, algunos incluso para su eliminación, como Ciudadanos o Podemos, pero la mayoría para convertirla en cámara territorial.

La Constitución de 1978 consagra que el Senado es una cámara de partidos y no de territorios y solo concede que las autonomías elijan un senador y otro más por cada millón de habitantes. Pero si en algo están de acuerdo todos los partidos, con matices, es en convertir la Cámara Alta en órgano de representación territorial en la que se puedan tratar cuestiones que afectan a los territorios y que ahora llegan a organismos como el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) o la Conferencia de Presidentes sobre los que el Gobierno tiene el control. La pasada legislatura incluso el PP se mostró partidario de la reforma del Senado para convertirlo en lugar de encuentro de los gobiernos autonómicos y Central y se abrió la posibilidad que la Cámara Alta celebrara una vez al año un debate sobre el estado de las autonomías.

Otro de los debates que debería abrir la reforma de la Constitución, según algunos expertos y partidos como Podemos es el del modelo de Estado: monarquía o república. Donde sí hay consenso previo es en la necesidad de eliminar la preeminencia del varón sobre la mujer en la sucesión a la Corona, de lo que ya se benefició el actual jefe del Estado, o para evitar que un hijo varón de los actuales reyes pudiera crear un conflicto sucesorio.