Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Casi un centenar de kazajos elige Requena

La escuela de Airpull, en Requena, forma a 90 futuros pilotos de Kazajstán por razones climatológicas

Casi un centenar de kazajos elige Requena

Casi un centenar de jóvenes aterrizaban el pasado mes en el aeropuerto de Requena. No llegaban de una de sus clases de formación, donde cada día llegan a acumular tres horas de vuelo, sino que fue mucho más el tiempo que pasaron en el aire. Llegaban de Kazajstán.

Y es que en el país euroasiático han decidido salir al extranjero en busca de unas mejores características meteorológicas con las que sus futuros pilotos puedan aprender con garantías. «En estos instantes Kazajstán se encuentra a -3º y nevando, no son las mejores condiciones para aprender a volar», señalaba Javier García, gerente de la escuela.

Para este grupo kazajo que no supera los 25 años, el mayor de sus problemas no es el idioma. No porque sepan expresarse en español o dominen el inglés como una segunda lengua. En realidad, este grupo de kazajos sólo sabe desenvolverse en su idioma. Y es que llegan a València para pasar tres meses en los que ni siquiera es necesario el uso del uniforme oficial.

«Nuestras clases son en inglés pero hacemos uso de un lenguaje aeronáutico formado por un máximo de 50 frases que ellos conocen a la perfección. Además, pueden apoyar las clases teóricas en fichas visuales que nosotros mismos repartimos en el briefing», explicaba Manuel Pérez, instructor de la escuela.

Según Pérez, para un futuro piloto se agradece la comunicación mecánica con un tono constante que no se deje llevar por intimismos. «Un piloto debe ser como una máquina, el que vuela bien es el avión, el piloto es el que puede hacer que falle el vuelo. Necesitamos reacciones rápidas», relataba García.

Arman es uno de los pilotos kazajos que llegaron a València hace un mes. La vida de este joven piloto de 21 años siempre se había dividido entre el mundo del pilotaje y el que su familia había deseado para él. Sin embargo, su partida a València fue el punto decisivo para que su familia comprendiera la elección de un joven que no soportaba la idea de encerrarse en un despacho, sino que sus ideales se encontraban mucho más altos, concretamente a 5.500 pies.

«Llegar a València ha sido un gran logro para mí. He conseguido que mi familia tome en serio mi profesión. Además, aprender en un aeródromo como este, donde tenemos nuestra propia pista de despegue y un avión para cada uno ha acrecentado mi ilusión y expectativas sobre un estilo de vida que, en mi país, no tiene una buena acogida», relataba Arman.

Además, el coste económico ha sido insignificante para estas decenas de jóvenes. En su país, la escuela de pilotaje es subvencionada y, por tanto, su experiencia en València ha esquivado los 60.000 euros que cuesta un curso completo.

Una entre 150

Cecilia González, la única mujer entre los hombres de su promoción, comparte horas de formación con Arman. Cecilia es de Cuenca, pero su origen es paraguayo. «Me he criado en un aeropuerto, viendo ir y venir a mi madre de España a Paraguay y, desde el primer minuto, la figura del piloto me cautivó», explica. Sin embargo, nunca había llegado a ver una mujer entre sus filas y esto le hizo creer que nunca podría dedicarse a ello. Gracias a su constancia, Cecilia ha logrado pertenecer a un mundo dominado por hombres. Ahora puede alcanzar el cielo con las manos cada vez que su avión despega del aeropuerto.

Compartir el artículo

stats