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Abriendo Foco

Puig en la trampa: de ofni a estadista

Puig en la trampa: de ofni a estadista

O fni es el acrónimo de un objeto flotante no identificado, como el que hace unos días enviaba a pique a un marinero foráneo que llegó exhausto en una neumática a Xàbia. Los ofnis son bultos que flotan entre aguas, en la interfaz que conecta dos mundos distintos, sin definirse. Flotan a ras de superficie, están pero no los ves. Sólo irrumpen en la vida real para infortunio de los navegantes, por casualidad. Por ADN o por incapacidad para desenvolverse de otro modo en un relato "mollar", los políticos valencianos casi de forma reverencial han interpretado ese rol durante décadas, sin una función visible, sin una interlocución digna en el discurso político español. Ejemplos sobran.

Manifestaciones. Sin embargo el conflicto suele servir para sacudir el statu quo y más todavía si está diseñado bajo las premisas bolcheviques de "cuanto peor, mejor". El conflicto catalán ha generado visibles ondas expansivas en la política valenciana y que además se manifiesta en distintas dimensiones simultáneas. Por ejemplo en la calle. A partir de hoy cuatro manifestaciones se sucederán en menos de un mes en València, convirtiendo en habitual lo que no deja de ser una anomalía. Hablemos de la calle y de los políticos pues.

Mímesis catalana. Hoy hay una concentración de la CUP contra el fascismo en València, los nacionalistas del Bloc celebran el habitual Aplec de El Puig y el 11 de noviembre se pergeña una acción contra els Països Catalans que acaudilla Cristina Seguí. Además está la manifestación por una financiación justa a la que se suma la nueva CEV de Salvador Navarro. No les digo más. Ese traslado del parlamento a la calle, de la voluntad popular de las instituciones a la rúe es pura mímesis del Procés. Debemos añadir al fenómeno los escraches, como el sufrido por la vicepresidenta Oltra y otros anteriores. Todos condenables, como forma torticera de justicia popular.

Poder valenciano. Sin embargo es la hora de los líderes, de las personas. A riesgo de que la calle imponga su discurso, siempre diletante y anárquico, anatemizante y censor, son nuestros representantes los que han de dar un paso adelante. Y en ese sentido y con francas excepciones, los políticos valencianos están siendo mejores que lo que desvela el clamor callejero. Frente a tanto griterío entorno al conflicto catalán y sus derivadas locales, observo el liderazgo de algunos de nuestros prohombres en la centralidad silenciosa. Y lo que Paco Camps pergeñó como "poder valenciano"ha sido ahora implementado por Ximo Puig con más "savoire faire".

Víctima de sí mismo. El Procés, que ha sido sobre todo víctima de un éxito de comunicación -poderosa, inteligente, eficaz-, probará la medicina constitucional. El conflicto se debe someter al arbitrio de las herramientas legales y que recoge la Carta Magna. En ese sentido, entronca con los mecanismos con los que nuestros gobernantes se han dotado para afrontar el problema valenciano y que salga de su invisibilidad. Pero básicamente uno: la solución a través del diálogo dentro de los discursos que genera la propia España. O lo que es lo mismo, territorialidad, financiación, infraestructuras. Y es Ximo Puig quien está capitalizando este viaje.

Puig-Oltra. El Consell, este Consell, tenía bastante que perder con el asunto catalán. La visibilización del relato independentista y su entronización en la narrativa general, genera la movilización de buena parte de la sociedad valenciana que no comulga con el Botànic. Por una evocación ideológica evidente. Sin embargo los jerarcas del tripartito -con Puig a la cabeza y sobre todo él- han sabido orillar los riesgos. De momento. El tándem Puig-Oltra ha funcionado razonablemente -pese al derrote inicial de la vicepresidenta-. Y eso era difícil a cuenta de la potente centrifugación que ejerce el Bloc. Así que, en nuestra humilde opinión y a estas horas, e independientemente del desenlace del conflicto catalán, Puig se agranda y Oltra se "independiza" del Bloc, tal vez consciente también de cómo está penalizando la política de Marzá o los líos de la Movililidad con Grezzi al relato del Botànic.

Relato ganador. El relato de Puig sobre la crisis catalana ha consistido en que ese conflicto no puede esconder los problemas reales de la Comunitat y sus justas aspiraciones. Entronca con el mantenimiento contra viento y marea de la manifestación por la financiación justa del 18 de noviembre y la maravillosa pedrea del "procés" en versión empresarial: la CV aparece como depositaria de una nueva centralidad con el aterrizaje de Caixabank o el Sabadell, la celebración de la Volvo Ocean Race y -por ejemplo esta semana- su interlocución privilegiada en la industria de la distribución española con la celebración del congreso de Aecoc y el liderazgo de su patriarca Juan Roig.

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