La Comunitat Valenciana está en alerta por falta de agua. La ausencia de precipitaciones en las cabeceras de los ríos ha provocado que los efectos de la sequía empiecen a notarse, especialmente en la provincia de Alicante. Para paliar estas secuelas, la Comunitat Valenciana se sirve de aguas reutilizadas, pozos subterráneos o unas infraestructuras como las desalinizadoras que pueden coger el agua del mar y habilitarla para ser potable tanto para consumo humano como agrícola.

A lo largo del territorio valenciano hay siete plantas desalinizadoras, más otras dos situadas en la Región de Murcia pero que también abastecen a ciudadanos alicantinos, aunque no todas se encuentran en funcionamiento. Orpesa, Moncofa, Sagunt, Mutxamel y Torrevieja acogen unas instalaciones que están gestionadas por Acuamed, empresa dependiente del Ministerio de Agricultura y Pesca, Medio Ambiente y Agricultura, mientras que la Mancomunidad de los Canales del Taibilla se encarga de las plantas de Alicante I y II, y de las murcianas, San Pedro del Pinatar I y II.

La desalinizadora de Torrevieja es la más grande de Europa y en la actualidad tiene una capacidad de 40 hm3/año, aunque realmente podría producir 80 hm3/año, pero "no tiene la suficiente potencia eléctrica porque es un consumo similar al de toda la ciudad de Torrevieja", señala Joaquin Melgarejo, director del Instituto Universitario del Agua y de las Ciencias Ambientales de la Universidad de Alicante. Además, esta planta está proyectada para ampliar su capacidad hasta los 120 hm3/año. La desalinizadora tuvo un coste de 264,2 millones de euros, de los cuales 55 fueron financiados con ayudas europeas. Esta instalación debería repartir sus aguas al 50% entre regadíos y consumo humano, pero actualmente está restringida para abastecimiento único a la ciudadanía.

Un caso similar ocurre en las plantas de la Mancomunidad de Canales del Taibilla de Alicante. La primera creada en 2003, tenía una capacidad de 18 hm3, ampliada en 2006 a 21 hm3, con un coste de 55 millones, mientras que la segunda planta que se inició en 2008 tiene una capacidad de 24 hm3. Esta última supuso una inversión de 109,4 millones de euros. Por su parte, las dos instalaciones de San Pedro del Pinatar tienen una producción de 48 hm3 entre ambas.

La desalinizadora de Mutxamel tuvo un coste de 90 millones, de los cuales 27 corresponden a financiación europea. Con una capacidad de 18 hm3/año, actualmente está parada "porque tienen recursos al haber llovido en la Marina Baja este año", explica Melgarejo. De hecho, según apunta Acuamed en 2015 se suministró 10,14 hm3 desde esta planta.

En València, la planta de Sagunt está parada aunque costó 37,7 millones (14 de ellos de ayudas europeas) y tiene una producción de 8,2 hm3/año. Lo mismo que ocurre en Orpesa, con una capacidad de 18 hm3/año, que supuso una inversión 55,4 millones (15,8 procedentes de la Unión Europea); y en Moncofa, con un rendimiento de 10 hm3/año y un presupuesto de 51 millones, siendo 18,5 de ayudas europeas.

Según informa Acuamed, las desalinizadoras de la provincia de Castelló y de València se encuentran en disposición de suministrar agua desde hace tiempo, pero los usuarios no la han demandado hasta la fecha. Esto es debido a que el agua procedente de estas plantas es mucho más cara que las concesiones que tienen por la Confederación Hidrográfica del Júcar. A esto se suma que en el norte de la Comunitat Valenciana, los acuíferos son un recurso bastante habitual y también más barato.

Entre las soluciones que podrían solventar la problemática de la sequía, Melgarejo cree que "hay que abrir la desalinizadora de Mutxamel porque podría aportar agua al área metropolitana de Alicante y otras comarcas, y así liberar al resto para que puedan abastecer mucho más". Por su parte, José Antonio Andújar cuenta que "había un plan de desmontarlas y trasladarlas, pero lo que es necesario es un hacer un plan nacional de infraestructuras hidráulicas para repartirse el agua de todos".