Pero al parecer, esta legislación que nació con mucha expectación a su alrededor y con la pretensión de «avanzar en la igualdad de género», ha perdido «tirón» con el paso del tiempo y en todas las provincias españolas existe una tendencia a la baja en el número de niños inscritos con los apellidos invertidos. Esto, por supuesto, ocurre en las tres provincias de la Comunitat Valenciana.
Según datos facilitados por el Ministerio de Justicia, durante los cinco meses de vigencia de la ley, en la Comunitat se produjeron 13.360 nacimientos, de estos, únicamente 85 niños cuentan con el apellido de la madre en primer lugar.
Si bien durante el mes de junio fueron 24 los bebés con la filiación cambiada, en julio solo fueron 17, en agosto 21, en septiembre 15 y en octubre apenas 8. Y esta tendencia se reproduce en las tres provincias que presentan una disminución muy acusada en el número de filiaciones invertidas, especialmente en los meses de septiembre y octubre.
La Comunitat es la sexta de España donde más se antepone el apellido materno, mientras que en el furgón de cola se encuentran La Rioja (4), Ceuta y Melilla (4), Cantabria (6), Aragón (13) y Navarra (15).
Para el doctor en Sociología de la Universidad de Alicante, Raúl Ruiz Callado, el hecho de que esta iniciativa no esté más extendida entre la población se debe a cuestiones de «inercia, uso, costumbre y tradición».
Por contra, las parejas que deciden anteponer el apellido de la madre al del padre lo suelen hacer «por un acto de reivindicación del papel de la madre, pero también porque el apellido no sea muy común y así se perpetúa», explica Ruiz.
El sociólogo recuerda que la sociedad parte de «una tradición, el origen está en el sistema de parentesco en que se sustenta la preponderancia masculina. El apellido otorgaba un estatus», explica.