En muchas culturas, el otoño marca el momento de empezar a recogerse para el invierno. También es un momento para recordar a quienes ya no están, coincidiendo con la caída de las hojas, la disminución de las horas de luz y el cambio de estación. Esto es lo que significa la festividad del 1 de noviembre, que el cristianismo bautizó como Día de Todos los Santos, aunque tiene raíces bastante más antiguas, fecha que está cerca y que puede hacer más presentes a los familiares o amigos que tanto hemos querido y que ya no están a nuestro lado. Si hace mucho tiempo que murieron, probablemente lo hayamos superado. Si hace poco, es posible que todavía nos encontremos en proceso de duelo. Dos expertas de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) explican lo que hay que tener en cuenta para vivir el duelo con normalidad y para avanzar a pesar del dolor que provoca la pérdida.

El duelo es natural y al mismo tiempo intransferible

«El duelo es un mecanismo natural que se activa cuando estamos ante una pérdida importante. A lo largo de la vida, vivimos varias pérdidas y de distintas dimensiones, desde un cambio de domicilio hasta la muerte de un familiar muy cercano». Lo detalla Montserrat Lacalle, doctora en Psicología y profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. «Es importante entenderlo porque parece que cada vez queremos sufrir menos y solucionar más deprisa los problemas», subraya.

Pero, al mismo tiempo, la experiencia es personal e intransferible: nadie vive el duelo exactamente de la misma manera ni durante el mismo periodo de tiempo, porque depende de muchas variables, como por ejemplo si el fallecimiento era más o menos previsible o si la persona que experimenta el duelo está más o menos acostumbrada a gestionar sus emociones. Coinciden en ello Lacalle y Mireia Cabero, también profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.

No obstante, varios investigadores han tratado de definir las fases del duelo. Es el caso de la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross, que propuso las etapas de negación, ira, negociación, depresión y aceptación. «Yo diría que es un proceso que he visto en todo el mundo, aunque de maneras y en momentos diferentes», explica Cabero. «Es bueno pasar por todas estas emociones, porque significa que el duelo hace su curso, que no lo congelas», añade.

El duelo no tiene una duración definida

Del mismo modo, es complicado definir su duración. «A los psicólogos, tanto quien experimenta el duelo como quien ve sufrir a esta persona, a menudo nos preguntan cuánto durará», manifiesta Lacalle. «Pero es importante no poner un límite de tiempo, no luchar contra lo que se está sintiendo, porque a la pérdida emocional se pueden sumar muchos cambios del día a día que también se han de gestionar; y acompañar significa ir al ritmo de quien está vive el duelo», indica. Eso sí, las expertas están de acuerdo en que como mínimo debe transcurrir un año, en el que se habrán sucedido todas las fechas significativas que se compartían con el ser querido que se ha perdido.

El tiempo, por sí mismo, no lo cura todo

Sea un año o sean tres, tanto Cabero como Lacalle insisten en que no es tan importante el paso del tiempo por sí mismo como que la persona que vive el proceso de duelo tome las riendas de este momento vital. «Sin duda necesitas tiempo, pero sobre todo necesitas hacer algo para afrontar el duelo durante este tiempo», detalla Lacalle. «De hecho, el primer duelo por la pérdida de una persona muy cercana se vive mal, pero ayuda a desarrollar recursos emocionales que servirán para aligerar procesos parecidos en un futuro», añade Cabero.

Hay que saber explicar lo que hemos perdido

Precisamente una de las primeras cosas que puede ayudar a afrontar el duelo, además de reconocer que es normal y de evitar fijarse un tiempo para superarlo, es «tomar conciencia de por qué lloramos», explica Cabero. Es decir, ir más allá de la pérdida de la persona y poder describir qué cosas concretas sentimos que perdemos con su desaparición. «Cuando somos capaces de verlo, el trabajo de aceptación y de integración es diferente», asegura la experta de la UOC.

Es bueno compartir lo que nos pasa, pero sin presión

Y otra cuestión clave es tratar de compartir los pensamientos y las emociones, a pesar de que «la tristeza nos lleve a querer estar encerrados en nosotros mismos, a no querer sentirnos interpelados», recuerda Cabero. «No hay que forzar, pero sí sabemos que tener una buena red social y familiar con quien compartir lo que nos pasa suele ayudar a superar mejor el duelo», señala Lacalle. En este sentido, «el entorno debe ser como un moscardón, estar pendiente de la persona y hacerle saber, a menudo, que estamos a su disposición por si quiere hablar», añade Cabero. Así, cuando llegue el momento de compartir, habrá alguien cerca para hacerlo.

Va bien activar el «radar positivo»

La resiliencia, o capacidad para superar situaciones complicadas adaptándose y desarrollándose positivamente, también puede existir en un proceso de duelo. «El duelo puede fortalecer a las personas, hacer que se den cuenta de que son más capaces de lo que creían de afrontar situaciones complicadas; también puede ser una oportunidad para descubrir cosas de uno mismo; o para darse cuenta de lo que se quiere priorizar en la vida», explica en este sentido la doctora Lacalle. «En el duelo en particular, y en la vida en general, hay que tratar de activar este radar positivo», concluye.

En definitiva, afrontar el proceso de duelo hace que las emociones y los comportamientos vayan evolucionando en el tiempo, más deprisa o más despacio. Si esto no se produce, puede ser que la persona se estanque y que el duelo deje de ser normal para pasar a ser patológico. Ante la duda, indican Cabero y Lacalle, consultar a un especialista puede ser una buena opción.