? Isabel Bonig es víctima de un dilema perverso que le impide ponerse personalmente tras la pancarta en la marcha por una financiación justa del 18 de noviembre. La situación es inquietante para la líder de La Vall. En pleno carajal catalán, no puede ofender a sus mayores en Génova con el más mínimo guiño reivindicativo y, al tiempo, el PP se retrata como un partido que no defiende a los valencianos. Que los populares no acudan a la manifestación ya no es una opción, tras lo ocurrido en Cataluña. Sin embargo, y si lo que le preocupa a Bonig es que se convierta en una marcha contra sus siglas

-como así será repasando la lista de colectivos comparecientes-¿no sería más inteligente sumar a la misma cuantos más afines mejor y asegurar una buena presencia de dirigentes populares en la cabecera de la misma? Si la manifestación del 18N es nutrida -y no tiene por qué no serlo- al día siguiente será mayor la soledad política de los ausentes.

Dicho queda.