¿Es posible morir de amor? La respuesta tiene fundamento científico y es afirmativa. Estudios que relacionan el estado de ánimo con trastornos de salud confirman que hay una relación directa entre la tristeza y el estrés vinculados a la muerte de la pareja y la aparición de afecciones cardíacas y problemas de salud graves, que, en el caso de personas de edad avanzada, pueden ser mortales.

«La pérdida de la pareja es uno de los acontecimientos más estresantes de la vida de una persona. Durante el primer año de duelo, sobre todo en el caso de muertes súbitas, aumenta el riesgo de sufrir arritmias; también el de afectaciones patopsicológicas que hacen que el corazón sea más vulnerable a alteraciones cardíacas». Esta es una de las conclusiones de la investigación liderada por la Universidad de Aarhus (Dinamarca) y publicada recientemente en la revista médica Open Heart. Los investigadores llevaron a cabo un seguimiento, durante diez años, de 17.500 pacientes y detectaron que durante los primeros quince días después de la muerte el riesgo de arritmias crecía hasta un 57 %. Como factores de riesgo, señala el estudio, están la edad —las personas mayores de sesenta años están más expuestas a sufrir arritmias— y la muerte súbita.

En la misma línea, en 2014, un estudio efectuado en Londres y publicado en la revista JAMA Internal Medicine afirmaba que el número de personas que tuvieron un ataque al corazón o un derrame cerebral era el doble que el de un grupo con idénticas características pero que no habían sufrido el fallecimiento de la pareja. Conclusiones similares se extraen de la investigación que durante once años se hizo en la región noruega de Nord-Trondelag. Un seguimiento a 63.000 individuos de los 97.000 vecinos de la región concluye que existe una estrecha vinculación entre la depresión y las enfermedades del corazón, hasta el punto de que padecer una depresión moderada aumenta en un 40 % el riesgo de insuficiencia cardíaca.

El síndrome del corazón roto o cardiomiopatía de takotsubo

La Fundación Británica del Corazón ha reconocido el síndrome del corazón roto o, por su nombre científico, cardiomiopatía de takotsubo. Se trata de una afección temporal en la que el músculo del corazón que bombea la sangre cambia de forma y se debilita. La principal causa de esta anomalía es el estrés repentino agudo o un choque emocional muy fuerte.

«El rasgo característico de la relación con la pareja es que se trata de una relación íntima con otra persona con la que mantienes una conversación permanente sobre el mundo. Si estás en pareja, tu relación con el mundo y con todos los demás individuos la tienes en conversación con esa otra persona. Ya no eres tú y el mundo; eres tú en conversación con el otro quien interactúa con el mundo», explica el sociólogo de las emociones e investigador de la UOC Francisco Núñez.

El sociólogo, también profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC, apunta que de esta manera construimos nuestra identidad. «Podemos decir, metafóricamente, que nos forjamos el alma conjuntamente. No es un alma individual, sino conjunta-social», afirma. Por ello, después de años de «fusión» de almas, la desaparición del otro es un drama: «Se ha roto la conversación desde la que interpretabas el mundo».

Desde la perspectiva de la neurociencia, Diego Redolar, investigador del grupo Cognitive NeuroLab de la UOC, afirma que «El estado de ánimo tiene repercusión fisiológica». El investigador, que ha escrito un libro sobre cómo afecta el estrés a nuestra salud (El estrés, Editorial UOC, colección Quiero Saber), recuerda que «El sistema nervioso controla el sistema inmunitario» y señala que hay estudios que demuestran que también existe relación con ciertos procesos tumorales. «Sabemos que el estado anímico puede modular la respuesta a un tratamiento», afirma. Redolar añade que cuando experimentamos una situación vital muy estresante nuestro cuerpo responde liberando un tipo de hormonas que tienen un efecto claro sobre nuestro sistema de salud, especialmente sobre el sistema cardíaco y el sistema inmunitario. «En un individuo joven —añade—, el impacto puede traducirse en una bajada del tono físico y anímico importante, pero en casos de edad avanzada puede haber complicaciones graves, que pueden acabar con la muerte».

En esta misma línea, Redolar, que también es profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, coincide con las conclusiones de los diferentes estudios que se han llevado a cabo. «La muerte de la pareja es una de las situaciones que más estrés y dolor genera. Con la tensión, los nervios y la tristeza el funcionamiento del sistema inmunitario se puede alterar. Además, vemos cómo durante los primeros meses de duelo es más frecuente la aparición de afecciones cardiovasculares como taquicardias, infartos de corazón y anginas de pecho en una frecuencia más alta que en la media del conjunto de la población».