La Comunitat Valenciana necesita agua. La ausencia de precipitaciones en las cabeceras de los ríos que bañan la cuenca mediterránea provocó que en verano se fueran vaciando los embalses y acuíferos mientras no había recarga, cerrando el año hidrológico con la esperanza de ver caer agua desde el cielo. Pero este caso no se ha dado, más allá de conatos de lluvia, siendo octubre un mes «seco» en materia de precipitaciones según la Agencia Estatal de Meteorología, aunque era lo esperado dentro de las previsiones de la propia agencia climática.

Sin embargo, no iba a ser así en noviembre. El pronóstico meteorológico indicaba que las primeras gotas con regularidad empezarían a caer este mes y que se prolongarían hasta el siguiente. Tampoco se ha cumplido. Así que, ante la actual escasez de agua, el estado de preemergencia de sequía y el consecuente miedo de usuarios domésticos y regantes, la Conferencia Hidrográfica del Júcar (CHJ) ya se plantea alternativas a los abastecimientos habituales. Una de ellas es activar la desalinizadora de Sagunt, inactiva desde su construcción en octubre de 2013, hasta que finalice la sequía.

A pesar de que aún no es oficial, y la decisión aún no es firme del todo, organismos como la Entitat Metropolitana de Serveis Hidràulics (Emshi) -suministradora de agua a València y su área metropolitana- ya anuncian públicamente esta vía de abastecimiento. «Estaríamos beneficiados indirectamente porque habría más agua para repartir y le quitaría carga a los sistemas del Júcar-Túria y del río Túria», explicó a Levante-EMV, Vicent Andreu, presidente de la Emshi y concejal del Ayuntamiento de València.

La planta de Sagunt solo abastecería al Camp de Morvedre mientras dure la sequía, lo que significaría que la desalinizadora aportaría 8 hectómetros cúbicos (Hm3) para toda la comarca, por lo que no tendría que aportarlos la CHJ como ocurre actualmente.

Toda esta carga hídrica liberará a la confederación de aprobar restricciones significativas en València y su área metropolitana, pero activar la desalinizadora de Sagunt tiene un «coste pasado que tendrán que asumir los consumidores de agua de la CHJ», detalla Sarrià.

Cabe recordar que en mayo el Gobierno sacó a información pública la conexión de la planta de Sagunt con la red de agua potable del área metropolitana de València. No obstante, Sarrià reconoció que el proyecto existe pero que la activación de la desalinizadora «es puntual» por la sequía y «no abastecerá a l'Horta Nord».

Una inversión de casi 40 millones

La planta de Sagunt está lista desde octubre de 2013, si bien ha estado parada desde que finalizó su construcción, aunque cuenta con red de distribución desde 2015. La desalinizadora tiene una capacidad de producción exacta de 8,2 Hm3/año, lo que es equivalente a 22.900 m3 al día. Es decir, permitiría beneficiarse de esta agua a 65.000 habitantes.

Tras una inversión de 37,7 millones de euros, de los cuales 14 fueron financiados con fondos europeos, la desalinizadora podría tener su primer uso a lo largo de 2018 tras cuatro años inactiva ante la falta de eficiencia que implicaría tener pocos clientes, pese a que dos empresas se interesaron en su suministro.

El sobrecoste que supone el agua desalada en comparación con las superficiales o subterráneas frena la autorización de un ayuntamiento que tendría que pagar 1,5 millones al año a modo de obligaciones por el convenio firmado en 2009 entre el consistorio local y la empresa pública Acuamed.