Es medio día y, desde las diez de la mañana alrededor de una docena de personas ha cruzado la carretera N-220 para entrar en el aeropuerto de Manises caminando. Paran. Miran. Esperan. Y cuando hay un intervalo mínimo sin tránsito de vehículos, cruzan la vía corriendo, como cerrando los ojos al peligro.

Llegar al aeródromo, ya sea para trabajar o para viajar puede ser, en ocasiones, un auténtico peligro. Decenas de personas corren el riesgo de ser atropelladas cada día al cruzar para poder llegar a pie a las instalaciones. Son tres los tramos transitados para alcanzar el aeropuerto caminando pues, de forma reglamentaria, solo se puede acceder en coche.

Los comercios del polígono industrial de Manises lo ven cada día y aquellos que realizan sus paseos matutinos también son espectadores de esta realidad. «Que si cruzan por la carretera, ¡todos los días! sobre todo por dos tramos», indica un vecino que transita la zona. Los empresarios también reconocen esta práctica como algo normal. «Muchos de los trabajadores del aeropuerto utilizan esta vía para entrar y salir de la terminal. Incluso los viajeros que hacen noche en los hoteles del polígono a veces prefieren jugarse la vida a coger un taxi», asevera un trabajador.

Estacionamiento gratis

Los motivos que llevan a los ciudadanos a acceder al aeropuerto caminando son varios, aunque todos desembocan en uno, el aparcamiento. Viajeros y trabajadores prefieren estacionar en el polígono y ahorrarse, de esta forma, un dinero que en otro caso destinarían al parking.

Álex y Clara han aterrizado hace poco menos de una hora, sin embargo, para llegar a su coche que aparcaron antes de salir en el polígono de Manises, han atravesado el puente superior a la carretera y, en un momento dado, han descendido el camino de tierra para llegar a otra vía, en la que la velocidad máxima es de 40 km/hora, y cruzar, saltando la barrera de seguridad, hasta el otro lado. «Sabemos que es peligroso, pero pasamos por aquí porque aparcamos en el polígono para no gastarnos un riñón en el parking», aseguran. «Un paso a nivel para peatones o un paso de cebra sería lo suyo, pero no interesa», opinan. Según la pareja, «conviene que los viajeros se gasten dinero en el aparcamiento del aeropuerto». Pasan rápido y en un abrir y cerrar de ojos ya están en la otra parte de la vía. Es el caso de Adrián, que coincide con la pareja aunque su situación es diferente. «Trabajo en el aeropuerto pero aparco siempre en el polígono. ¿Por qué? Pues porque aparcar dentro te cuesta cincuenta euros al mes y al final pagar a quien te paga...no tiene mucho sentido», explica. Es esto lo que le lleva a cruzar la carretera cada día a la entrada y la salida de su jornada laboral.

De la misma forma lo hace Olga, una joven azafata. Son las 11 y ella camina, con su uniforme de aerolínea y un bolso con capacidad para una muda, por el camino de tierra. Espera. Pasan unos 10 coches y es entonces cuando hay un pequeño intervalo que le permite cruzar rápidamente la carretera. «Es muy peligroso, pero es la única forma de acceder directamente al aeropuerto caminando», apunta. «Sería conveniente que acondicionaran de alguna forma el espacio para poder entrar y salir andando», opina. «Cuando venimos de madrugada para comenzar a volar, no se ve nada y es más peligroso todavía», admite. Estacionar el vehículo en el polígono industrial de Manises puede parecer gratis, a priori, según explican vecinos de la zona. Sin embargo, cuentan que no es seguro dejar el coche más de un día. «Ha pasado más de una vez que los viajeros aterrizan, van a por su coche y éste no tiene ruedas o los cristales están todos rotos. En ese caso, ¿a quién se puede pedir responsabilidades», se preguntan.