La Unión Europea atraviesa "una época de repliegues políticos y culturales" provocada por la globalización "en la que afloran los miedos, las incertidumbres y las inseguridades de sus ciudadanos". Estos repliegues tienen como consecuencia "la pérdida de solidez y representatividad de los grandes partidos tradicionales que construyeron el modelo socioeconómico sobre el que pivotó la política europea", con la aparición de nuevos partidos, sobre todo de extrema derecha, que fomentan "el supremacismo, la xenofobia y el odio". Y para superar esta etapa es necesario "reconstruir un nuevo contrato social para el Siglo XXI con la justicia social como principio fundamental". Este fue el núcleo argumental que el profesor Joan Romero expuso en la Fundación Cañada Blanch durante su conferencia "La idea y la realidad de Europa".

La intervención de Joan Romero (Albacete, 1953), catedrático de Geografía Humana de la Universitat de València, se produjo dentro del noveno ciclo "ConecTalks" de conferencias de divulgación científica que dirige Vicent Martínez, catedrático de Astronomía y Astrofísica de la Universitat de València. El ciclo, en el que colabora el Institut de Ciències Físico-naturals de la Institució Alfons el Magnànim, forma parte del programa de actividades de la Cátedra de Divulgación de la Ciencia establecida entre la Fundación Cañada Blanch y la Universitat.

Los cimientos de la UE y sus pilares sólidos

Antes de analizar el "momento histórico" que vive la UE por la crisis existencial que atraviesa el proyecto europeo, Joan Romero se remontó a la etapa fundacional, que nace "como una idea política liderada por personas muy relevantes que, desde las cenizas de la 2ª Guerra Mundial, ponen los tres cimientos de la UE: Nunca más volver a matarse entre europeos, crear un espacio de cohesión social y de bienestar y constituir un proyecto de democratización". Unos cimientos -resaltó- sobre los que se han construido unos pilares muy sólidos, "ya que Europa ha vivido desde 1945 el mayor periodo de paz y estabilidad de su historia, es la región del mundo que más lejos ha ido en la construcción de una sociedad decente y, desde un núcleo inicial muy pequeño, se ha expandido incorporando países que ya eran democracias y otros que no lo eran, primero integrando a las jóvenes democracias portuguesa, española y griega y luego mirando tardíamente hacia el Este y sumando a los países excomunistas".

Este largo periodo de estabilidad del proyecto europeo inicia un proceso de inflexión con el cambio de siglo como consecuencia del proceso de globalización, con la incorporación de China a la Organización Mundial del Comercio como un elemento fundamental para explicar lo acontecido en las dos últimas décadas. A partir de ahí, -expuso el profesor Romero-, se inicia una etapa que "ha sido benéfica en general a escala mundial, pero que ha impactado en Europa de manera no tan positiva, ya que la globalización ha sacado de la miseria a centenares de millones de personas a nivel mundial, aunque en las viejas regiones industriales del mundo, -Europa y los Estados Unidos-, la deslocalización de la actividad industrial y el deterioro de las estructuras de nuestras sociedades ha impactado de manera negativa, provocando que el proyecto europeo en su conjunto empiece a tensionarse". "La recesión económica iniciada en 2008 -añadió- agudizó esas contradicciones empezando a aparecer los riesgos de tensiones norte-sur y este-oeste en la Unión Europea".

La globalización agudiza las tensiones sociales

Así, y a pesar de que el proyecto europeo es un éxito, el impacto negativo de algunos efectos de la globalización en la sociedad europea provoca que se agudicen las tensiones sociales: "La sociedad postindustrial en la que estamos instalados ha traído muchas inseguridades y cualquier indicador que analicemos señala que esta sociedad viene definida por la precarización y la inestabilidad, -aseguró el catedrático de la UV-, de modo que nos encontramos ante sociedades en las que cada vez ha ido ganando más la percepción de inseguridad, de incertidumbre, de temor ante el futuro".

Los procesos globales han impactado de tal manera tanto en Europa Occidental como en los EE UU, que "la seguridad de la sociedad industrial basada en un trabajo estable, seguro y relativamente bien remunerado es algo del Siglo XX, pasando a un escenario completamente distinto donde el trabajo es más inestable, más inseguro, más precario", afirmó Joan Romero. Es en este contexto, en el que se han agudizado tanto las fracturas sociales, en el que aparecen nuevos conceptos como el acuñado por el profesor británico Guy Standing: el "precariado", -una apócope de proletario precario-, que es el proletariado del Siglo XXI.

La paradoja del proyecto político europeo

El profesor Romero señaló a continuación que las fracturas sociales se han convertido en fracturas políticas en Europa, ya que el norte desconfía del sur y el sur empieza a desconfiar del norte, mientras que la distancia entre el este y el oeste es cada vez mayor. "Nos encontramos con un continente, -explicó- que es geográficamente pequeño, pero es el continente más pequeño en el que las distancias culturales, políticas y sociales son mayores, toda una paradoja del proyecto político europeo".

La incertidumbre, el temor y la inseguridad han provocado también fracturas en el seno de cada país de la UE, con la aparición de nuevas propuestas políticas que han ido adquiriendo forma bajo el epígrafe genérico de nuevos populismos. "Una nueva geografía electoral en Europa no vista desde los años treinta del siglo pasado, aunque las causas que la explican no pueden relacionarse con el fascismo, sino que son consecuencia de la globalización económica en sociedades industriales con estados de bienestar potentes", dijo Romero.

En este sentido, aseveró que Europa se encuentra en un proceso de desindustrialización muy avanzado, con un estado del bienestar que es insostenible, porque los cuatro elementos geopolíticos, demográficos, económicos y laborales que lo hicieron posible han cambiado. Así, detalló que el estado del bienestar "se construyó en un momento en el que Europa era el centro del mundo y el Atlántico de entonces ahora es el Pacífico, cuando teníamos pleno empleo sin inflación y ya no creamos empleo suficiente, con un incremento notable de natalidad con el "baby boom" y ahora nuestro problema es el envejecimiento, y lo construimos en un momento en el cual todo lo que tenía que ver con las seguridades propias del modelo socio económico se nos han ido a la deriva".

El repliegue político y social de la sociedad europea

Es ante este cúmulo de dificultades cuando las sociedades europeas se repliegan política y culturalmente, "porque afloran nuestros miedos y nuestras inseguridades, que se concretan en la pérdida de solidez y representatividad de los grandes partidos tradicionales de Europa de centroderecha -conservadores y liberales- y de centroizquierda -socialdemócratas- que son los que construyeron el modelo socioeconómico sobre el que pivotó la política europea", indicó el catedrático de la UV.

Como consecuencia, en la última década aparecen por la derecha partidos xenófobos y de extrema derecha, mientras que por la izquierda se debilita la socialdemocracia y surgen nuevos partidos de corte más o menos populista, "de modo que nos encontramos -incidió Juan Romero- ante un paisaje nuevo que viene definido por el vaciamiento del centro político, porque la Europa replegada mira hacia la extrema derecha, hacia la xenofobia y hacia valores que no habíamos visto hace tiempo, que son relatos que cabalgan entre el ´supremacismo´, la xenofobia y el odio, y en donde la inmigración siempre es una constante".

Al analizar el programa electoral de los nuevos partidos populistas de derecha y de extrema derecha, destacó una doble constante, un "no" a Bruselas y un "no" a la inmigración, con el debilitamiento del proyecto europeo que ello supone, y con el complemento de que a la derecha extrema están apareciendo partidos de extrema derecha pura y dura con apoyos electorales que van desde el 6% hasta el 22%. Unas formaciones, expuso Romero, "donde el argumento fundamental es la Reconquista con mayúscula, recuperando el concepto de la Reconquista española, en este caso la Reconquista de Europa para expulsar a los musulmanes, sin entender que muchos de los que viven en Inglaterra o Francia son británicos o franceses porque son tercera generación". "Esta es una contradicción -añadió- que la UE tiene que saber digerir y que está digiriendo mal".

Por un nuevo pacto con la justicia social como fundamento

Para hacer frente a las fracturas sociales y políticas y al repliegue, el catedrático de Geografía Humana propuso como alternativa volver a los orígenes fundacionales de la UE, "que fue un gran contrato social, un gran pacto intergeneracional político" y abogó por la necesidad "de reconstruir un nuevo contrato social para el Siglo XXI con la justicia social como principio fundamental". "Si las elites políticas y económicas no entienden que si no le ponen rostro social a sus políticas, la ciudadanía no tendrá argumentos para apoyar este proceso, estarán poniendo las bases del deterioro gradual del proyecto político europeo", resaltó.

Como conclusión a su intervención, abogó por reformar el proyecto europeo con urgencia ante el avance de los países asiático, haciendo referencia a la reciente cumbre celebrada en Vietnam de los países de la APEC, siglas en inglés del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, que concentra ya el 60% de la riqueza mundial. "Muchos europeos tienen aún en su imaginario a Malasia, Vietnam o Corea del Sur como países empobrecidos que no se corresponde con la realidad, porque son países que se han incorporado muy rápidamente a la economía global y nos están empezando a adelantar muy rápidamente", afirmó Romero.

"El futuro está en el Pacífico y, por tanto, si no queremos que Europa sea un sueño del pasado o un balneario, ha de espabilar y ponerse las pilas", señaló Romero para terminar afirmando que los europeos "seguimos teniendo la sociedad más justa del planeta junto con Canadá y Australia, y aunque solo representamos el 7% de la población mundial, somos la cuarta parte de la riqueza mundial y tenemos talento, capacidad y desarrollo institucional como en ninguna parte del planeta, pero no nos van a esperar".