...    
Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

¿Por qué el cupo vasco va rápido y no la financiación autonómica?

Los compromisos con el PNV y la necesidad de su apoyo de cara a 2018 se unen a las resistencias en el Gobierno y en los socios de Cs a cualquier solución que pase por descentralizar o subir impuestos

El diputado de Compromís Joan Baldoví gesticula ayer en el Congreso ante Montoro. efe/hidalgo

El PNV advirtió: si el Gobierno no cumplía los compromisos de mayo pasado sobre la renovación del concierto económico y el cupo vascos para los próximos cinco años, no había nada de qué hablar de cara a los presupuestos del Estado de 2018, ya retrasados por la negativa de los de Íñigo Urkullu a pactar con el conflicto catalán en llamas. El nuevo régimen quinquenal para Euskadi se aprobará hoy en el Congreso de los Diputados después de un trámite exprés: en lectura única en el pleno, sin ponencias previas ni comisiones, veinte días exactos después de que el Consejo de Ministros diera luz verde al proyecto.

La nueva financiación autónomica no va en ese AVE. Mariano Rajoy se comprometió en la conferencia de presidentes autonómicos del 17 de enero a que estuviera en 2017. Sin embargo, el informe de los expertos está sobre la mesa desde julio y, cuatro meses después, los técnicos de las distintas autonomías aún no han presentado sus alegaciones (sucederá mañana). A partir de ahí, el Ministerio de Hacienda tendrá que fijar posición propia, debatirla con el PSOE y las comunidades donde gobierna, sacarla adelante en el consejo de política fiscal (sin el apoyo del PSOE será una invitación a un fracaso posterior) y llevarla en forma de proyecto de ley al Congreso. Todo, lejos de cualquier urgencia.

De ahí que Hacienda haya preferido asumir ya que no habrá propuesta en 2017.

No obstante, se verá a partir de ahora (por ejemplo, en la rapidez o no para convocar el consejo de política fiscal y financiera) si la idea es dilatar mucho más el proceso o si podría tener un modelo pactado antes de aprobar los presupuestos de 2018, que sería el escenario necesario para autonomías como la valenciana. Eso dijo Montoro ayer.

Pese a los intentos de confusión, lo de la comisión de reforma territorial de la Constitución, que evidentemente tendrá que abordar también cómo fijar en la Carta Magna la suficiencia económica de las autonomías, va por otro carril, tan lento que no se espera que dé resultados antes de un año.

Volviendo a la senda del modelo, el quid de la cuestión está en que cómo dotar de más fondos a las comunidades infrafinanciadas, como la valenciana.

¿Cuáles son las vías? Una es modificar el reparto: restar a las autonomías que reciben por encima de la media para compensar a las que están por debajo. Otra es adelgazar el Estado: reducir la generosa porción del pastel que va a la Administración central para acrecentar la de las autonomías. Y una tercera es aumentar la bolsa de los ingresos mediante una reforma fiscal: esto conlleva que o todos o algunos paguen más impuestos.

Es evidente que el panorama es complejo. La primera opción llevaría a una revuelta de los gobiernos de Asturias, Galicia, Cantabria, las Castillas... Un lío monumental, en resumen. La segunda y la tercera posibilidad, descentralizar o subir impuestos, suponen ir contra la dinámica dominante en el PP y, sobre todo, en los socios liberales de Ciudadanos (Cs). Lo dicho, un panorama enmarañado que explica que Rajoy esté conjugando su verbo preferido: esperar.

Quizá no haya que sorprenderse si el ejecutivo intenta rebajar la tensión de las autonomías maltratadas (y desviar la atención) con alguna alternativa transitoria.

Compartir el artículo

stats