La fiesta no acababa nunca en la empresa pública Emarsa que gestionaba la depuradora de Pinedo. Más de un millón de euros en viajes personales, regalos, restaurantes, discotecas y hasta en cursos de inglés se gastaron el exgerente, Esteban Cuesta y el exdirector económico financiero, Enrique Arnal, que se enfrentan a 24 y 10 años de cárcel, respectivamente, en el juicio por el saqueo de la depuradora.

Además de estos caprichos pagados con cargo a las arcas públicas, el Ministerio Público calcula que entre 2004 y 2010 se desviaron un total de 23.501.620, 35 euros que se repartieron los 25 acusados que se han sentado en el banquillo de los acusados desde el pasado 2 de mayo.

A esta cantidad, se han de sumar los 8,1 millones de los gastos de liquidación de Emarsa y otros 3,1 millones «si se confirman las sanciones tributarias impuestas» por lo que la cantidad a resarcir entre todos los acusados asciende a 34,8 millones de euros.

El escrito de acusación de las fiscales del caso, Virginia Abad y Ana Palomar, recopila de forma exhaustiva todas las salidas de dinero a la tupida red de empresas aliadas para supuestamente saquear la depuradora de Pinedo a través de un sencillo mecanismo: cobrar a 42 euros el tratamiento de cada tonelada de lodos, cuando sólo costaba 18 euros, como ha informado Levante-EMV desde que estalló el escándalo.

Las fiscales también detallan los cuantiosos viajes personales (y con familiares y amigos) realizados por Cuesta y Arnal desde 2004 a 2010 con cargo a las arcas públicas, y cuyo coste ascendió a 262.934 euros. La cantidad se ha podido recopilar gracias a la colaboración del propietario de la empresa Viajes Benimàmet SL, también investigado en la causa, ya que en las facturas usaba «términos genéricos para ocultar quiénes eran los beneficiarios de los mismos».

Entre los pagos realizados, llama la atención la afición de Enrique Arnal a pagar, con cargo a la depuradora, la contratación de un barco, coche y hotel cuando visitaba Ibiza o Formentera. En ocasiones en fechas tan señaladas como el 8 de octubre de 2009.

En plena crisis económica, Arnal se iba de puente a las Pitiusas con cargo a Emarsa: 1.574 euros se abonaron por el hotel y el barco en Ibiza, contabilizados como «gastos desplazamiento y alojamiento dos personas del 8 al 12 de 2009».

Todas estas facturas no se incorporaban al departamento de contabilidad, sino que fue Arnal «el que se encargó de incorporararlas a la contabilidad y de anotar de forma manuscrita el asiento contable correspondiente», según las fiscales.

En el sumario hay facturas de desplazamientos a París, Estocolmo, Moscú, Casablanca, Marrakech o Lisboa. Cuesta también era muy aficionado a alojarse en hoteles de lujo de las tres provincias valencianas, así como a viajar a Rumanía, supuestamente para «negociar con empresarias y traductoras rumanas los proyectos que impulsaban los directivos de la planta y los empresarios encausados», según declaró inicialmente.

En en el juicio varios acusados han admitido que las supuestas traductoras eran mujeres explotadas sexualmente por una red de proxenetas de la Costa Blanca y que trabajaban en el club de alterne de Benidorm «Las Mimosas».

Al dinero gastado en viajes se une los 863.313 euros gastados en opíparas comidas en los restaurantes más selectos de València o exclusivos regalos en tiendas de lujo y grandes almacenes. Este dinero que Cuesta y Arnal obtenían de la caja de la depuradora incluyó facturas abultadas como la pagada el 21 de diciembre de 2012 en un restaurante-asador que ascendió a 2.865 euros. Hasta la propina de 48 euros que dejaron la pagó el erario público, según consta en el sumario.

Con tanto «cash», Cuesta se convirtió en un alter ego del «Capità moro» y su famoso «això ho pague jo». Era fácil, pagaba Emarsa. De ahí que la depuradora asumiera la factura de 2.679 euros pasada al cobro por la desaparecida discoteca de Benimàmet, Giorgio Enrico, por la juerga que se corrieron la nochel del 6 de julio de 2006.