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Casa valencia en París

Setenta años de 'terreta' parisina

Vendedores valencianos de naranjas y exiliados republicanos dieron vida hace siete décadas a la casa valenciana en París

Setenta años de 'terreta' parisina

Ximo Ros aún recuerda las caras de espanto de los parisinos cuando un grupo de valencianos residentes en la capital francesa explicó que pretendían quemar la figura de una mujer en plena calle. De cartón piedra, pero una mujer. Era la primera vez que París veía una falla, allá por el año 1983. Tuvieron que quitar el ninot para poder quemarla. «En Francia, por el tema de Juana de Arco, no estaba nada bien visto quemar una figura de una mujer», explica este valenciano a Levante-EMV.

La pieza estuvo más de 40 años en la entrada del Ayuntamiento de Montreuil, uno de los distritos de París, y forma parte de la historia viva (e inmóvil) de la Casa Regional Valenciana de París, que este año cumple su 70 aniversario. El «casal», como lo llaman hoy sus socios, era refugio y a la vez espacio de reivindicación cultural de centenares de valencianos que durante los años de la posguerra llegaban con sus camiones llenos de naranjas para venderlas en el Mercado Central de París.

La casa la fundó en 1947 Amado Granell, el oficial comandante de La Nueve, compañía aliada que fue la primera en entrar en París el 24 de agosto de 1944 y liberarla de los nazis. Pronto se convirtió en lugar de reunión de aquellos exportadores cítricos, así como de centenares de exiliados republicanos que huían de la represión franquista. En aquel momento no era más que un sótano al que los valencianos se acercaban para preguntar por dónde empezar su nueva vida o, simplemente, pedir asesoramiento en temas burocráticos o comerciales.

Ahora, siete décadas después, es un local en la calle Jean Macé, en el barrio de la Bastilla- Popincourt, al que hoy acudirá el conseller de Transparencia, Manuel Alcaraz, para celebrar el 70º aniversario. Entre los diferentes actos programados hay un homenaje a los distintos presidentes, así como a las falleras mayores que desde 1982 han ocupado el trono parisino-josefino, narra Ros. También se ha dado durante el fin de semana una charla sobre Blasco Ibáñez impartida por la profesora de la Sorbona Cecile Fourell, así como la presentación de libros de dos autores valencianos, Jesús Crescas y Emilia Casasús, explica la presidenta de la casa, MªCarmen Criado.

En los diferentes actos estarán presentes, entre otros, Ximo Ros. Es uno de los veteranos del casal. Llegó a París y a la casa prácticamente simultáneamente, en 1962. «Vi una propaganda por la calle y así lo encontré», relata. Allí ha pasado muchas horas después de que su madre y su hermano volvieran a su Gandia natal. Él decidió quedarse en su trabajo en la imprenta («me gustaba mucho»), y ha sido testigo de la evolución de la casa regional. Un lugar que antes daba cobijo y asesoramiento a exiliados y comerciantes y donde ahora llegan sobre todo erasmus un poco perdidos y jóvenes expulsados de la «terreta» por la crisis en busca de ayuda con el idioma o con la siempre interminable burocracia francesa.

No es el caso de la presidenta, que llegó antes de la recesión como asistente de conversación. Hoy es profesora y acude al casal con su bebé. El relevo generacional está garantizado. No se llega a las cifras de los años 50-60, décadas en las que llegó a haber hasta 500 socios, recuerda Ros, pero la presencia valenciana en París no se diluye. Ahí están los 9 d´Octubre, las fallas y fiestas de guardar para demostrarlo.

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