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Falta de accesibilidad

El Palau de la Música condena al público en silla de ruedas a la entrada más cara

Los discapacitados únicamente tienen reservados los extremos de la última fila del patio de butacas

Un discapacitado atisba desde la grada de invitados la inaccesibilidad de la tribuna de las Corts. M. Á. MONTESINOS

El Palau de la Música de València reserva para el público que debe usar silla ruedas los extremos de la última fila del patio de butacas. Son entradas de última fila, pero están en el patio de butacas. Y son las más caras de la sala de conciertos municipal. Y eso se conoce el día en que entra en vigor la norma que obliga a que todos, absolutamente todos los edificios, tanto públicos como privados, sean accesibles.

La hija de Matilde canta en el coro de la próxima representación del Mesías de Haendel, prevista para el día 21. Matilde pensó que sería una buena ocasión para llevar a su hermana, una doctora que sufrió un derrame cerebral hace dos años y está condenada desde entonces a vivir en una silla de ruedas.

Las entradas del anfiteatro tienen un precio de 15 euros. Matilde pensó en sacar tres entradas para acudir acompañada por su pareja y su hermana. Pero cuando comentó que Teresa va en silla de ruedas, los precios se duplicaron. Cada entrada en el patio de butacas cuesta 30 euros. El presupuesto se disparó al doble de lo previsto y Matilde se vio obligada a renunciar al plan inicial. «¿Dónde queda la sensibilidad?», se pregunta.

Vías de evacuación

Un portavoz del Palau de la Música de València, que es de gestión municipal, explica que la ubicación de las sillas de ruedas viene obligada por la legislación vigente, que pretende garantizar la seguridad en los espacios públicos.

El anfiteatro no dispone del espacio suficiente como para instalar una silla de ruedas sin entorpecer las vías de acceso y evacuación para el conjunto del público.

Y el coste de las entradas viene fijado por una ordenanza de precios públicos que nunca se ha adaptado a los casos especiales.

Lina Soler, portavoz de la confederación de discapacitados Cocemfe, explica que el mismo problema se reproduce en todos los teatros o cines ubicados en edificios que tienen más de 30 años de edad.

«En muchos cines, las sillas de ruedas sólo se pueden instalar delante de la primera fila. No sólo es incómodo, es que tu acompañante sólo puede sentarse detrás de ti», comenta Soler. Como resultado, el acceso a la cultura para las personas con discapacidad resulta «gravosa y molesta», explica.

Algunos auditorios, como el Palau de les Arts, se diseñaron adaptados a los discapacitados y disponen de un espacio reservado para público con necesidades especiales donde se pueden retirar las butacas para ubicar las sillas de ruedas. Además, ofrece un descuento general del 30 % para todos los discapacitados.

El Teatre Musical El Cabanyal también desmonta butacas de primera fila para el público que necesita silla de ruedas.

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