El satélite más avanzado para la vigilancia de la calidad del aire, el «Sentinel-5P», que la Agencia Espacial Europea (ESA) puso en órbita el 13 de octubre, ha «abierto los ojos» coincidiendo con el primer episodio oficial de polución atmosférica de la historia de València.

Entre el 24 de noviembre y el 1 de diciembre el ayuntamiento del Cap i Casal activó por primera vez el nivel 2 de alerta tras alcanzar 24 horas antes la ciudad el máximo pico de contaminación en tres estaciones de medición de la calidad del aire.

Dos días antes, el miércoles 22 de noviembre, el «Sentinel-5P» enviaba una de sus primeras imágenes: un mapa de Europa de los niveles de concentración de dióxido de nitrógeno (NO2) en el aire con una resolución nunca vista ( hasta 7 × 3,5 km). Este gas contaminante perjudicial para la salud lo emiten principalmente los vehículos de motor de combustión ( el 56 %) -en especial los diésel-, así como instalaciones industriales de alta temperatura y de generación eléctrica.

Las cuencas del Ruhr y del Po

El «Sentinel-5p» localiza las mayores concentraciones de NO2 en las dos grandes áreas industriales europeas: la cuenca del Ruhr alemana y el valle del Po italiano. En este club también están València, Castelló y Zaragoza, junto a áreas urbanas que multiplican con creces su industria y población, como Madrid o Barcelona.

En València entre el viernes 17 de noviembre, último gran día de la quema de la paja del arroz autorizada por la Generalitat en Sollana y Sueca, y el jueves 23, se dio la tormenta perfecta con una situación anticiclónica y de altas presiones sin viento ni lluvia que estabilizó la boina.

Aunque el NO2 se relaciona con los vehículos a motor, de hecho se le llama gas coche, otra fuente de emisión es la quema de biomasa. Como la paja del arroz. Un estudio del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) de este mayo alerta de que estas quemas «son una fuente importante de emisiones» de óxidos de nitrógeno (NOx), un grupo de gases compuestos por óxido nítrico (NO) y dióxido de nitrógeno (NO2). En realidad, los tubos de escape emiten óxido nítrico, que al contactar con el aire captura un segundo átomo de oxígeno (se oxida) y se convierte en dióxido.

Falta de viento y lluvia

En Castelló, la misma situación anticiclónica prolongada habría favorecido la estabilización de este gas. En este caso, las emisiones provienen, además del tráfico rodado, de la intensa actividad industrial de la zona (central térmica, refinería, azulejeras...). Las circunstancias de la capital aragonesa serían similares: estabilidad atmosférica con gran actividad industrial.

Cada día respiramos 14 kg de aire y el NO2 disuelto en él tiene graves consecuencias sobre la salud: problemas respiratorios, cardíacos, ictus, enfermedades renales, cáncer... La UE estima que en Europa mueren al año 500.000 personas de forma anticipada debido a la contaminación atmosférica.