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"Más del 50 % de las víctimas no reconoce la agresión"

La confianza que los mayores depositan en sus parientes no les permite identificar al agresor entre ellos

Uno de cada diez mayores ha sufrido algún tipo de agresión, relata Silvia Forcano, quien cree en el maltrato a los ancianos como un claro ejemplo de "violación de derechos humanos". Forcano es vicepresidenta de la Sociedad Valenciana de Geriatría y Gerontología y médico geriatra del Hospital La Fe de València. Silvia asegura haber sido testigo de "muchos casos de malos tratos" en los que el denunciante siempre fue la propia familia.

Según Forcano, más de la mitad de los ancianos no reconocieron que habían sido víctimas del maltrato. ¿Por qué? En muchas ocasiones la confianza depositada en su familia les juega una mala pasada: "Nadie cree que su propio hijo va a ser su principal agresor". En otras tantas, el agredido padece alguna enfermedad de tipo cognitivo (como demencia senil) que les dificulta reconocer los indicios. Y en ocasiones, simplemente, son engañados.

Y es que, según Forcano, existe otro tipo de agresión aparte de la física o la económica. Así, reconoce en la «infantilización» de los cuidados un maltrato: "Cuando nos ponemos al mando sin permitirles ser partícipes en las decisiones, como hacemos con los niños, estamos maltratando su capacidad intelectual". De la misma manera existe un maltrato cuando se hace "ageísmo", es decir, cuando se pormenorizan los problemas del anciano achacándolos a la edad y disminuyendo la atención depositada en ellos.

Por su parte, la mala práctica en los centros asistenciales supone para Forcano otro motivo de maltrato. Rafa (nombre ficticio para preservar su anonimato), quien ha trabajado en más de cinco residencias como auxiliar de enfermería, denuncia los abusos del profesional médico: "Algunos les niegan la medicación o el plato de comida. Les insultan, les pellizcan o incluso mantienen el pañal lleno de heces durante un turno entero para no tener que cambiarles".

Sin embargo, para Rafa, el abuso más grave ocurrió una noche en la que él y una enfermera asistieron a un anciano que moriría a las pocas horas: "La enfermera mantuvo su agonía durante toda la noche no quitándole el oxígeno para evitar los trámites de su muerte. Así, hasta que no acabó su turno, a las siete de la mañana, la enfermera no le quitó el oxígeno y le liberó de la agonía que había sufrido durante más de ocho horas".

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