Tadeusz y Aleska son hermanos mellizos. Viven en Cracovia. Él es un jovencito espigado que juega al baloncesto en el equipo de su barrio y lo hace muy bien. Ella heredó de su abuelo la pasión por los motores y es una experta en sistemas de inyección. Están a punto de cumplir 16 años.

Aleska tiene una oferta para terminar sus estudios en Almussafes y hacer prácticas en la factoría de Ford. Tadeusz también tiene una oferta, el Club Bàsquet TerrAlfàs le ha ofrecido una beca para terminar sus estudios en l´Alfàs del Pi y entrenar con el equipo autonómico junior.

Los padres autorizan los dos desplazamientos. Aleska no tiene que dar explicaciones a nadie más. Tadeusz, sin embargo, debe ingresar 3.000 francos suizos (2.560 euros) en una cuenta de la FIBA (Federación Internacional de Baloncesto) para poder jugar con el club TerrAlfàs. Es el precio del transfer internacional. Tadeusz y Aleska son personajes ficticios, pero la cuenta de la FIBA es muy real.

Vicente Pérez, del club Terraslfàs, denuncia que las exigencias de la federación internacional vulneran derechos fundamentales de los extranjeros en España, tratados de la Unión Europea sobre la libre circulación de personas y los derechos universales de los menores. "Con 16 años cualquiera puede moverse con total libertad por la Unión Europea para trabajar, pero un chico no puede jugar libremente al baloncesto".

TerrAlfàs disfruta de ayudas de toda una pléyade de patrocinadores. "Tenemos 17 equipos de todas las categorías en una localidad que apenas tiene 20.000 habitantes", presume Pérez. Los fondos que gestiona le han permitido desarrollar un programa de becas para jóvenes con talento para el baloncesto que tenían dificultades en sus países de origen para desarrollar sus habilidades.

Las becas se diseñaron inicialmente para jóvenes alicantinos, pero el programa se extendió. En 2013, el club amplió las becas a chicos con talento procedentes del continente africano o el Este de Europa. Los jóvenes compaginan sus estudios con la práctica del baloncesto.

Hoy juegan en equipos del club menores que han llegado a l´Alfàs del Pi desde Senegal, Costa de Marfil, Macedonia, Polonia o Bielorrusia junto a niños de toda España. Todos los extranjeros que jugaron alguna vez en algún club de sus paises de origen, tiene que pagar a la FIBA. El club asume parte de la cuota en algunos casos.

Una portavoz de la Federación de Baloncesto de la Comunitat Valenciana explica que los menores extranjeros que se inscriben por primera vez en un club español deben aportar todo un cúmulo de documentación, pero no es necesario que paguen nada.

A los menores españoles sólo se les exige el DNI de uno de sus padres. Una resolución del Consejo Superior de Deportes (CSD) relativa a un menor futbolista a quién le negaron la ficha en un club juvenil de Madrid establece que a los menores extranjeros sólo se les debe exigir el NIE (Número de Identidad del Extranjero) de uno de los padres.

El gabinete jurídico del CSD invoca la Ley Orgánica de Derechos y Libertades de los Extranjeros y su Inclusión Social. La misma portavoz de la federación valenciana desliza que TerrAlfàs es un club muy bueno y considera natural que los menores que incorpora paguen el transfer internacional a la FIBA.

Vicente Pérez apunta que las federaciones autonómicas de la Comunidad de Madrid y Cataluña evitan exigir el pago de los 3.000 francos suizos a los menores extranjeros que sólo van a jugar en competiciones de ámbito autonómico. Sólo lo exigen si los menores realmente destacan y pasan a la categoría estatal. "Los madrileños y los catalanes sí le planta cara a la FIBA, pero las otras federaciones autonómicas no se atreven", comenta Pérez.

La portavoz de la federación confirma que en la Comunidad Valenciana "no hay excepciones". Los menores extranjeros que vienen a jugar al baloncesto, tienen que pasar por la caja de la FIBA para tener ficha.