El embalse de Alarcón tiene nuevos habitantes. Los siluros han aparecido por primera vez en el pantano que sigue el curso fluvial del río Júcar, es decir, que el depósito hídrico ubicado en la provincia de Cuenca abastece a gran parte de la Comunitat Valenciana.

La aparición de este pez en aguas conquenses pone en peligro al territorio valenciano al ser considerada una especie invasora cuya voracidad hace que se convierta en el primer eslabón de la cadena alimentaria de las aguas dulces. La más que probable propagación de la especie en la Comunitat Valenciana a través del río Júcar hace que este hallazgo ponga en alerta a los ecosistemas fluviales valencianos.

Para evitar la proliferación de la especie, la Junta de Comunidades de Castilla y la Mancha sacó a información pública una serie de medidas que pretenden frenar el crecimiento de los siluros, según pudo confirmar a Levante-EMV el director provincial de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural en Cuenca, Joaquín Cuadrado.

Fue el 4 de diciembre cuando el gobierno de Castilla y la Mancha, mediante la Consejería de Medio Ambiente, anunció estas medidas a los pescadores que viven en los municipios colindantes al pantano de Alarcón. La reunión fue en Motilla del Palancar y agrupó a cerca de 60 ribereños. Además de las nuevas medidas, la cita sirvió para dar a conocer de manera oficial la presencia del siluro en el embalse. Para ello, el gobierno castellanomanchego realizó tres analíticas del agua de las cuales en dos de ellas salió positivo, es decir, detectaron ADN de siluro, según informó Joaquín Cuadrado.

Entre las restricciones que presenta la nueva orden de vedas, y que pretenden ser efectiva a partir de 2018, no se permitirán las embarcaciones, la utilización de peces como cebo o las competiciones nocturnas entre otras. Estos vetos han provocado la indignación de los pescadores locales y valencianos al considerarlas excesiva. Aunque están pendientes de ser aprobadas.

«La manera más oportuna no es dejar de pescar porque así se facilita que sea un criadero», señala Jaime Ortega del Club Deportivo de Pesca Cuencart. Pero esta idea difiere de la de los ecologistas autóctonos al decir que «la pesca no puede ser el medio para erradicar la especia porque lleva en su esencia la pesca», dijo Tximo Azorín, portavoz de la Asociación para la Conservación de los Ecosistemas de la Manchuela.

Sin embargo, los pescadores reconocen el impacto negativo del siluro. «Nos comprometemos a sacrificar el pez o llamar a un agente medioambiental para que actúe como considere oportuno, pero se soluciona pescándolos», indicó José Tortola del Club de Pesca Minglabass, aunque también alabaron su atractivo turístico. Cabe recordar que este pez, cuya longitud y peso medios alcanzan los 2,5 metros y 100 kilos, fue detectado en 2012 en las aguas de la Albufera.