La secuenciación del genoma del calabacín, un trabajo que ha costado diez años de investigación, permitirá la obtención de nuevas variedades con mejores propiedades y más resistentes a plagas, enfermedades y condiciones climáticas adversas, como la sequía y las temperaturas extremas. Investigadores del Grupo de Bioinformática y Genómica y del Grupo de Mejora Genética de Cucurbitáceas del Instituto de Conservación y Mejora de la Agrodiversidad Valenciana (COMAV), de la Universitat Politècnica de València, han logrado secuenciar por primera vez el genoma del calabacín, según informan desde la UPV.

El trabajo comenzó hace diez años con estudios sobre el cultivo y la mejora del calabacín, seguidos de la secuenciación de los primeros transcriptomas -colecciones de genes que se expresan en el cultivo-, la construcción de los primeros mapas genéticos y la identificación de regiones que contienen genes que controlan características de interés.

Según la responsable del Grupo de Mejora Genética de Cucurbitáceas del COMAV, Belén Picó, las actividades se iniciaron en el marco de dos proyectos de investigación financiados por el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) y han culminado ahora con la secuenciación del genoma de esta hortaliza, que se ha publicado en la revista «Plant Biotechnology Journal». El trabajo desarrollado por los investigadores españoles constituye una herramienta de «enorme utilidad» ya que facilita la identificación de los genes implicados en resistencia a patógenos y otros caracteres de interés, como el estrés o características organolépticas. También permite comparar el genoma de esta especie con el de melón, pepino, sandía y calabazas (de gran importancia como portainjertos), lo que facilitará el trasvase de conocimiento entre estos cultivos, según el responsable del Grupo de Bioinformática y Genómica del COMAV, Joaquín Cañizares.